Investigadora en la Universidad de Salamanca, la bióloga zamorana María Jara analiza conceptos clave sobre la enfermedad del Ébola y el sacrificio de Excalibur, el perro de la auxiliar de enfermería infectada en nuestro país.

-Las autoridades han afirmado que no había "donde meter el perro" para justificar su sacrificio, ¿le parece un argumento de peso?

-No, la decisión se debería haber tomado en función del valor científico del perro. Es verdad que mantenerlo aislado de todo contacto para ver su comportamiento frente a la enfermedad puede ser complejo desde el punto de vista de la seguridad. Los encargados de su mantenimiento e higiene se podrían ver comprometidos, siempre y cuando el perro estuviera infectado. Quizá no se debería haber tomado esta decisión con la "prisa" que se ha hecho, y más teniendo en cuenta que el único experto en la infección de ébola en perro, tras sus estudios en Gabón, Eric Leroy, no ha sido consultado. Preguntado por la prensa, Leroy opinaba que era mucho más valioso vivo que muerto.

-¿Qué beneficios hubiera tenido mantener vivo al perro desde el punto de vista científico?

-Si el perro estuviera infectado, se habría podido conocer a tiempo real cómo la infección se comporta en estos animales. Volviendo al trabajo del doctor Leroy, su estudio fue de forma retrospectiva, es decir, estudió los perros después de un brote de ébola, no en el momento de la infección. Esto sería importante para el control del virus, sobre todo en África, donde los canes están en contacto continuo con el ser humano y poder descartar o confirmar que pudiera tratarse de un foco de "reinfección".

-¿Está justificado el argumento del posible contagio a humanos?

-Es verdad que hay un riesgo de contagio, por ejemplo, para el humano que se encargue del cuidado del perro. Pero insisto, primero se debería haber confirmado o descartado la infección en el animal.

-¿Podría haberse mantenido aislado y con vida al perro en algún lugar seguro?

-El riesgo que conlleva mantener al perro no se refiere a la localización, puesto que el virus se transmite por contacto directo con fluidos. Quizá un lugar controlado -entradas y salidas del personal- que no tuviera comunicación directa con otros animales ni personas no preparadas hubiera sido suficiente.

-¿Qué otros ejemplos se le ocurren sobre investigación con animales en otro tipo de virus o enfermedades?

-Todos los virus de este tipo se deben estudiar en laboratorios de seguridad llamados P4, dado que son de alto grado de infección, graves y sin tratamiento o prevención. En España no se llevan a cabo este tipo de investigaciones, debido a que no hay ningún laboratorio preparado para ello. Con respecto a la investigación en animales de otros tipos de enfermedades, es una práctica habitual. En todas o casi todas las enfermedades se han usado y se usan modelos animales para conocerlas mejor o probar tratamientos, por ejemplo.

-¿Cree que España estaba suficientemente preparada para traer a los religiosos infectados?

-A la vista del resultado, parece que no. Quizá se debió preparar mejor a las personas que se iban a encargar de los cuidados de los enfermos y de todo lo que los rodeaba, así como cumplir y hacer cumplir los protocolos de seguridad por su interés y el del resto de la población. El respeto y la aplicación de estos protocolos es vital en cualquier tipo de situaciones. Los protocolos están establecidos para salvaguardar la integridad de los operadores y evitar que además puedan comprometer la salud de otros.