Un socio del club de jubilados «Tres Cruces» de la entidad Caja España-Duero, que está ubicado en la calle Santa Teresa de la capital, pasó buena parte del mediodía de ayer encerrado, sin propiciarlo, en el centro donde acudió a pasar la mañana.

El hombre quedó encerrado de forma involuntaria en la sede del club durante cerca de una hora, después de que el responsable de abrir y cerrar la verja no se percatara de que dejaba a alguien dentro después de echar el cierre cuando se marchó del club al finalizar la mañana.

El hombre afectado, cuando quiso salir solo pudo constatar que la puerta no se abría, y alertó entonces a las personas que pasaban por allí, con el objetivo de dar una pronta solución a la inesperada situación en la que se vio envuelto el jubilado, que no se terminaba de creer lo que le estaba sucediendo.

Una momento que podría haber resultado cómico, y haber sido una simpática anécdota, si no llega a ser porque la persona encargada de las llaves del local tardó cerca de una hora en llevar el juego necesario para «liberar» al socio del club zamorano.

Efectivos de la Policía Local y del Cuerpo Nacional de Policía se desplazaron hasta el lugar de los hechos, donde realizaron las oportunas llamadas y pesquisas encaminadas a dar cuando antes con la persona que pudiera abrir la verja de entrada y salida del centro de ocio y tiempo libre para los mayores de la capital.

La persona que quedó encerrada podía acceder al club, ya que lo que estaba bloqueado era la verja, y no así la puerta de acceso, motivo por el que era libre de entrar y salir para pasar el tiempo hasta que pudiera ir a su casa a comer, con la normalidad de todos los días.

La demora en la llegada de las llaves inquietó al afectado, así como a las fuerzas de seguridad, que se plantearon dar aviso al Cuerpo de Bomberos de la capital con el fin de dar por concluido el incidente en el menor tiempo posible. Como encarcelado espero el hombre, con paciencia, hasta conocer el desenlace de su historia.

Un poco antes de las dos de la tarde, y para alivio de los transeúntes allí congregados hasta conocer el final de la situación, así como para los efectivos policiales y sobre todo para el «retenido», apareció el juego de llaves que daba la fortuita situación por concluida.

La historia concluyó, tarde, pero con final feliz, cuando la verja roja por fin se pudo abrir y el jubilado pudo regresar a su casa, aunque ayer con un poco más de retraso que cualquier otro día.