Todas las actividades que se plantean dentro de la experiencia de calidad son voluntarios, es decir, los alumnos los realizan en horas no lectivas y por su cuenta. Este hecho, lejos de hacer desistir a los jóvenes, los anima a participar en las propuestas que cada semana lanzan sus profesores. «Es curioso que son ellos muchas veces los que nos piden, por ejemplo, las parejas de palabras que les proporcionamos cada semana para que investiguen su raíz común. Eso para nosotros esa una satisfacción enorme», reconoce Julio Eguaras, coordinador del proyecto.

Meter el «gusanillo» a los alumnos es el objetivo de esta experiencia, que ya ha dado sus frutos: más de 200 alumnos participaron el pasado curso en estas actividades voluntarias, «cuando muchas veces a esta edad hasta lo obligatorio les cuesta trabajo», explican los profesores responsables, que relacionan con el desarrollo del proyecto el hecho de que los jóvenes se vuelvan más responsables, que aprendan a trabajar de forma individual, y también en equipo, además de «motivarlos al utilizar otra metodología que no es la de soltar la chapa en clase». La implicación de los alumnos, tras un curso de trabajo, va en aumento.