«Tengo una ingeniería y ahora me he metido a una FP. Llevo trabajando tres años porque mis padres no podían mantenerme eternamente». Son las palabras de Santiago Fernández, un Ingeniero Técnico en Informática de Gestión de 22 años que actualmente cursa la adaptación al Grado en Informática de Sistemas y, al mismo tiempo, un Ciclo Formativo de Grado Superior de FP. Además, compagina sus estudios con un empleo a tiempo parcial en una cadena de comida rápida de la capital. «Trabajo para no explotar a mis padres, y sigo estudiando para no estar parado».

Sandra González se encuentra realizando el proyecto para su Ingeniería Superior de Materiales y da clases particulares de refuerzo tanto a niños como a universitarios. «De lo mío no hay nada. No puedo compaginar un trabajo de ocho horas con los estudios, pero de alguna forma tengo que pagarme la carrera. Antes era camarera, ahora doy clases». Una de las salidas profesionales que se plantea González es montar su propia academia: «El problema es que es económicamente inviable. Mi futuro laboral no está en España. Tengo pensado cruzar el charco con mi pareja, que es lo único que me retiene aquí». Cuando Fernández le pregunta a dónde, ella responde con seguridad: «ya tengo la vista puesta en Brasil o en Australia».

Una situación similar sufre Álvaro Lozano, diplomado en Magisterio de Primaria y profesor particular. «Yo no quiero irme fuera pero, hoy en día, conseguir plaza en unas oposiciones es casi imposible. Me he quedado fuera de las de este año y hasta 2015, con un poco de suerte, no vuelve a haber convocatoria. Lo único que me queda es intentarlo en colegios privados». Lozano ve el futuro complicado para trabajar de profesor en Zamora, pero no quiere marcharse. «He hecho un Máster en Psicopedagogía y ahora empezaré la adaptación al Grado en Inglés. Mientras, doy clases a niños para ahorrar algo».

Por su parte, Alberto Rodríguez sabe lo que es tener que abandonar unos estudios vocacionales por cuestiones económicas. «Terminé una FP en Zamora y empecé Ingeniería Informática de Sistemas en Salamanca, pero tanto vivir allí como ir y venir era insostenible para mi familia, y más cuando perdí la beca». Más tarde, probó suerte con Ingeniería Informática de Gestión en Zamora, pero lo dejó cuando encontró un empleo como dependiente de una tienda. «Siempre había trabajado como reponedor en Madrid durante los veranos, con ello ahorraba para el resto del año. Cuando me ofrecieron lo de la tienda, ni me lo planteé, y tuve que dejar de estudiar». Rodríguez terminó su contrato y se quedó en paro. Ante la imposibilidad de afrontar los gastos de una nueva carrera, decidió comenzar los estudios de Técnico Superior en Desarrollo de Productos Electrónicos. «No me quiero ir, pero en Zamora hay demasiadas empresas y poco trabajo, por lo que mi futuro estará en Madrid o Barcelona, y si no, Londres».

Marcos Sánchez tiene 23 años y trabaja de camarero desde hace cinco. «Empecé a trabajar para pagarme el carné de conducir y no depender de mis padres, y hoy en día sigo sirviendo mesas para pagarme la carrera». Estudia un Grado en Ingeniería Mecánica, aunque, según afirma, es consciente de la dificultad de encontrar un trabajo de lo suyo en Zamora. Sánchez tiene uno de los nuevos contratos aprobados por el Gobierno para la formación, como camarero en un bar de la capital. «Veo lejos la opción de irme fuera como ingeniero. Además, me gusta mi trabajo y mi ciudad».

«Si quiero estudiar, tengo que trabajar. Mi familia no me puede mantener para siempre»

<Santiago Fernández >

Ingeniero, estudiante de FP y cocinero, 22 años

«Me quedé sin beca y estudiar en Salamanca era insostenible para mis padres»

<Alberto Rodríguez >

Estudiante de FP, y dependiente 27 años

«Las becas que hay son insuficientes; te dicen que te formes, pero no te dejan»

<Álvaro Lozano >

Diplomado, estudiante de máster y profesor, 22 años

«Trabajo desde los dieciocho para meter dinero en casa y no depender de mis padres»

<Marcos Sánchez >

Estudiante de Mecánica y camarero, 23 años

«En lo mío, no hay futuro en Zamora, pero de alguna forma tengo que mantenerme»

<Sandra González >

Estudiante de Ingeniería y profesora, 27 años