Ni siquiera las conclusiones del informe que la Generalitat de Cataluña hizo público el pasado mes de julio han zanjado el debate sobre el origen y la autenticidad del claustro románico que el anticuario zamorano Ignacio Martínez reconstruyó en Madrid en los años treinta y acabó en los sesenta en una finca privada de Gerona. Tras establecer la Dirección General de Patrimonio que el conjunto es una falsificación (una reconstrucción historicista del siglo XX), el debate se enfrió y dejó las portadas de los medios nacionales. Hasta este viernes, cuando expertos e instituciones de prestigio han pedido que se reabra la investigación para llegar «hasta el final» y zanjar el debate de forma definitiva: verdadero o falso.

El único miembro disidente de aquella comisión de la Generalitat que oficializó la falsedad del conjunto, el geólogo Mario Vendrell, reunió anteayer en Barcelona a especialistas en distintas materias en torno al ya célebre claustro. El debate llevó a los participantes a una doble conclusión: pedir la «máxima protección» (la declaración Bien de Interés Cultural) para el conjunto artístico y permitir el acceso a la finca de Gerona para reanudar el estudio.

No hubo voces discordantes en el encuentro celebrado en la sede barcelonesa del CSIC, dado que «invitamos a todos los integrantes de la comisión de la Generalitat y, uno tras uno, declinaron acudir». El geólogo de la Universidad de Barcelona Mario Vendrell volvió a defender „ya lo hizo en este diario el pasado agosto„ que del estudio científico de los materiales del claustro se deduce que «tiene un recorrido secular, de varios siglos, sin poder precisar cuántos».

Y es que el informe oficial obvió los resultados del equipo de la Universidad de Barcelona y concluyó que, en efecto, en la obra existen «elementos antiguos» aunque de «escasa importancia». En aquel momento, la Dirección General de Patrimonio de Cataluña venía a confirmar las tesis del arquitecto José Miguel Merino de Cáceres, quien argumentó que el anticuario zamorano Ignacio Martínez «inventó» la obra para venderla aprovechando la fiebre americana de principios de siglo pasado por el patrimonio medieval español.

Los participantes en el encuentro fueron muy críticos con la versión oficial y calificaron de «poco creíbles» los argumentos del informe. Entre ellos, Jaime Nuño, miembro de la Fundación Santa María la Real, quien aseguró que las galerías pétreas que ideó Martínez son de «antigüedad románica». En la misma línea se expresó Juan Antonio Olañeta, presidente de la asociación Amigos del Románico, quien reclamó a la Administración catalana que se facilite el acceso y el estudio del conjunto y que se proteja la obra para poder avanzar en su estudio desde el punto de vista académico.

Con esta jornada de debate, los organizadores han querido «sacar de las catacumbas de la Administración» el «caso Palamós», cuyo impacto en el país fue tremendo cuando el historiador del arte Gerardo Boto redescubrió las galerías el pasado mes de junio. Pese a que el asunto «se ha enfriado», el geólogo Mario Vendrell reconoce que «nuestra investigación sigue avanzando, aunque lentamente».

En la actualidad, el equipo de geólogos de la Universidad de Barcelona centra el análisis en la procedencia de los materiales. «Estamos buscando entre las piedras del norte de Castilla y León, desde Salamanca hasta Burgos, aquellas que pueden encajar con la de Villamayor y que presenten la misma composición de minerales y una textura similar». Entre las muestras, Vendrell ya avanzó que incluirá en su estudio muestras de los relieves del Palacio de Momos de Zamora, que fueron tallados con materiales extraídos de las canteras zamoranas de Jambrina. «Estaría muy bien situar el origen para terminar con la controversia. A pesar de que todos los indicios y la lógica llevan a pensar que es un claustro antiguo, si al final podemos decir que se trata de la Catedral de Salamanca o de Gumiel de Izán, el dato sería algo contundente», aclara Vendrell.

No obstante, la intervención más exhaustiva la llevó a cabo el propio Gerardo Boto, quien trato de rebatir, punto por punto, las conclusiones del informe que dictamina la falsedad del claustro. «Hay fundamentos para considerar que el conjunto tiene una gran parte de elementos antiguos por lo que merece ser estudiado con calma y sin precipitación», es una de las certezas que quiso transmitir el historiador.

En este sentido, el profesor de la Universidad de Gerona aclaró que para profundizar en el conocimiento del enigmático conjunto «lo único que hace falta es tener acceso al objeto de estudio». En este sentido, los participantes en el debate reclaman el acceso a la finca privada, hoy en manos de una sociedad, así como la colaboración de los propietarios y del propio Ayuntamiento de Palamós, localidad donde está situada la finca.

Asimismo, Gerardo Boto introdujo una novedad en su discurso sobre el claustro aludiendo al interés que la hipotética investigación debe generar en la Junta de Castilla y León. «Como lo que nadie ha cuestionado hasta ahora es que, tenga esto ochenta años u ochocientos, la procedencia de las piezas es castellanoleonesa, a la Junta le interesará saber más, dado que no es andaluz ni murciano». «No se trata de estudiar para "confirmar", sino para "saber más"», añade el historiador.