Usuarios y hosteleros del casco antiguo urgen el arreglo del pavimento en la zona debido al mal estado del empedrado. Las calles de la zona presentan baches continuos en varios puntos del conjunto histórico a consecuencia de la ausencia de adoquines que, en algunos casos, presentan orificios de hasta 20 centímetros de largo.

El trasiego continuo de tráfico rodado por la zona contribuye a dañar el empedrado con espacios que carecen de varios adoquines, en algunos casos, más de una decena. La situación origina no sólo un aspecto antiestético del casco histórico de la capital sino que ocasiona continuos tropiezos en los viandantes así como daños en las ruedas de los coches y motos que circulan por la zona. No obstante, es precisamente el tráfico rodado el que, a su vez, contribuye a dañar el empedrado.

A pesar de que el Ayuntamiento de Zamora tiende desde hace años a la peatonalización del casco histórico, la respuesta social ha hecho complicado avanzar al respecto a pesar de que la restricción del tráfico rodado es una de las directrices tanto del Plan Especial del Casco Histórico -su documento de avance, ya que el documento final está a la espera de partida presupuestaria- como del plan de movilidad originario del primer mandato de Rosa Valdeón.

La patrulla de obras del Ayuntamiento ejecuta de manera periódica arreglos en el adoquinado, si bien con regularidad las piedras acaban por levantarse. El pasado año se hizo también una intervención integral en el casco histórico a través de un contrato de reparación de pavimento unido al de los famosos botes sifónicos del recinto amurallado.

En el momento actual, sólo el casco histórico y las Tres Cruces cuentan con adoquinado después de que en 2008 se eliminara la tradicional pieza de las calles Alfonso Peña, carretera de la Estación y Víctor Gallego, que sustituyeron este material por asfalto por razones de comodidad para vecinos y seguridad vial para los vehículos, tal y como esgrimieron entonces desde el equipo de Gobierno.

La tendencia de ciudades europeas como París, Alemania, Viena y Oporto se inclina a la conservación del adoquinado en sus ciudades por su valor testimonial, su solidez y su contribución a aminorar la velocidad de los vehículos. De hecho, en el casco histórico varias son las señalizaciones que instan al conductor a circular al límite de 30 kilómetros por hora. Este motivo, unido al valor del adoquinado como material noble, es el que lleva a algunos historiadores a defender su supervivencia.

Ante los mensajes del equipo de Gobierno municipal encaminados a revitalizar el casco antiguo y dinamizar el eje histórico artístico, vecinos y hosteleros instan a un arreglo del adoquinado a la mayor urgencia posible. Una operación llevada a cabo hace unos meses pero que, de nuevo, requiere otra reparación.