Los propios vecinos han sido los encargados de promover la intervención policial en el barrio, con la denuncia de situaciones que ponen en peligro la estabilidad de la convivencia y pueden contribuir a difundir una imagen equivocada de una de las zonas más tranquilas de la capital, donde viven payos y gitanos y mantienen una relación absolutamente normal, alejada de conflictos. La comunidad gitana, mayoritariamente asentada en Rabiche, está integrada en el barrio, donde nunca se han registrado incidentes destacables, ni peleas ni robos.

Los vecinos contribuyen con su colaboración con la policía a preservar ese buen ambiente y la seguridad de San Frontis, una cooperación que resulta fácil en un barrio que mantiene los valores más propios de un pequeño pueblo que de una capital, poblaciones estas últimas donde la relación entre sus habitantes es menos estrecha y solidaria. Conserva la esencia del territorio rural que fue, cuando concentraba a buen número de ganaderos y agricultores.