Nunca antes los zamoranos habían tenido la oportunidad de contemplar el rostro doliente de Nuestra Madre de las Angustias a tan solo unos centímetros, vestida con el refulgente manto de terciopelo y oro recién restaurado. Frente al presbiterio de la iglesia de La Encarnación, la Virgen a la que dio vida Ramón Álvarez en 1879 busca consuelo con Cristo muerto en sus brazos. Solo ese instante, a centímetros de una de las imágenes de mayor fervor en la Semana Santa zamorana, merece la visita a la exposición que conmemora los seis siglos de devoción.

Así lo confesó ayer en la inauguración el diputado de Cultura, José Luis Bermúdez, quien se mostró «impactado» por la cercanía de Nuestra Madre, al tiempo que animó a los zamoranos a «darse prisa» puesto que la muestra sólo abrirá sus puertas hasta el próximo día 29 (laborables de siete a nueve de la tarde; sábados y domingos, de doce a dos). «Los fieles están acostumbrados a ver estas imágenes en los pasos y es una ocasión única para acercarse», apuntó Josefina Yugueros, presidenta de la Cofradía de Nuestra Madre, organizadora de la cita en su cumpleaños.

La imagen titular impacta, pero no es la única sorpresa de una exposición de visita obligada. En un costado, está situada la menuda Virgen de las Espadas, ataviada con el manto antiguo de Nuestra Madre, y el suyo propio de terciopelo expuesto. En el otro lado, el Cristo de la Cruz de Carne ha dejado la Catedral para descansar en plano inclinado junto a un sencillo centro de claveles rojos.

En la entrada, las imágenes de San Juan y Nuestra Señora del grupo Retorno del Sepulcro también han cobrado vida en la recepción de la muestra. Completa el conjunto patrimonial, la talla de San Vicente, que regresará al culto en la iglesia del mismo nombre tras la muestra. El escaso ajuar de la Virgen que se conserva, carteles antiguos y fotografías de gran formato completan una propuesta de éxito asegurado.