Mercedes González Martínez (Burgos, 1939) es una carmelita misionera teresiana que sintió de muy joven la necesidad de ayudar a los demás. «Descubrí que servir a la Iglesia, Dios y los prójimos era lo que daba sentido a mi vida» «la llamada de Dios era muy fuerte», recuerda la religiosa que procesó hace 45 años. Esta enfermera y comadrona comenzó su asistencia a enfermos en Roma y en Francia, para desarrollar posteriormente su labor en el continente africano hace ya 35 años. Congo, Ruanda, Kenia, y, desde hace 12 años, Senegal han marcado su vida. Estos días aporta un testimonio en primera persona del trabajo que efectúa en Senegal gracias al apoyo de Manos Unidas.

-¿Qué contacto tiene con la organización Manos Unidas?

-En África durante estos 35 años ha tenido la ocasión de beneficiarme mucho de Manos de Unidas. Nosotras vamos a África sin nada, pero damos nuestra vida y Manos Unidas proporciona lo que les dan a ellas. Hace diez años gracias a esta organización pudimos abrir un dispensario que está sirviendo para salvar a los niños y erradicar la pobreza. En estas instalaciones, donde atendemos a una población que sobrepasa las 40.000 personas, el pasado año ayudamos a 33.123 personas y hemos trabajado con 6.000 mujeres embarazadas. Otro de los ámbitos en donde trabajamos intensamente es en la prevención a través de la vacunación. Así, hemos efectuado todas las vacunaciones de cero a nueve meses de 2.600 niños y hemos puesto otras 6.600 inyecciones dentro de programas gubernamentales porque se descubrió que la poliomielitis no estaba radicada.

-Aludía a que la polio, pero, ¿qué enfermedades son las más comunes?

-Depende de los períodos. El paludismo nos hace sufrir porque en Senegal cuando llueve las aguas quedan estancadas y posteriormente son verdaderos nidos de mosquitos que provocan la enfermedad. En este tiempo allí hace un poco de fresco, sobre todo por la noche, por lo que se producen muchos problemas pulmonares y bronquitis que no generan la muerte. De hecho al dispensario acuden ya personas que rondan los 80 años.

-Y, ¿qué atención específica prestan a los niños?

-Cuando llegué los pequeños que venían al dispensario lo hacían en un estado crítico. Les hemos dado clases, contamos con un televisor en el que les ponemos vídeos formativos para inculcarles a ellos y a sus padres que con una correcta higiene y alimentación los menores se pueden curar. También hemos puesto en marcha un molino. Hacemos directamente la harina de manera que a los niños que presentan falta de nutrición o un paludismo muy fuerte les damos el alimento a cambio de una colaboración. Se lo facilitamos gratis cuando se trata de un caso de verdadera pobreza. Con este molino hemos empleado a varias personas que reciben un salario. Manos Unidas nos da el dinero para llevar a cabo proyecto como este y nosotras les hacemos ver que su aportación se utiliza y no se pierde. Gracias también a esta ong tenemos una nevera donde conservar las vacunas y un panel de energía solar. A los africanos les dijo que las cosas nos las han dado los pobres de España, digo lo de pobres para que sepan que un pobre también puede dar.

-¿Manos Unidas le ha negado su respaldo a algún proyecto?

-Creo que esta vez lo hará, porque soy consciente de la situación económica que se vive en España. Les voy a pedir que colaboren en un proyecto de una nueva maternidad. Quizá no podrán ayudar como a ellas les gustaría pero no pierdo la esperanza. El dinero que da este país allí, en Senegal, vale mucho. Aquellos que no puedan dar nada más que un poco, que tengan presente que un billete junto a una moneda siempre es más. Que la gente aporte lo que pueda, y sino que dé su oración porque la oración es muy válida para los misioneros y para los colaboradores de Manos Unidas.