En la pequeña ciudad de Beckley, en el estado de Virginia, Estados Unidos, entre los cerca de 20.000 habitantes, se encuentra perfectamente integrado un zamorano, Manuel Cartelle. Lleva viviendo allí casi cincuenta años. «Vine a Estados Unidos por razones personales de hechos que ocurrieron durante la dictadura», resume.

La decisión de elegir Estados Unidos como destino en junio de 1963 vino motivada porque en Oak Hill, otra pequeña localidad del estado de West Virginia, vivía un tío suyo. Su intención era realizar estudios superiores en Administración de Empresas y por ello entró en la universidad del estado. Tras esta carrera, Manuel continuó formándose con varios másters en empresariales, planificación urbana y ciencias económicas.

Un aprendizaje de los más completo, que le ayudó también mucho a la hora de integrarse en la sociedad americana y con el que completó los estudios que ya había realizado en España. «Soy perito mercantil de la Escuela de Comercio de Valladolid y también tengo la carrera de Graduado Social por la Universidad de Santiago de Compostela», indica.

Fue a comienzos de los años setenta cuando este sanabrés, nacido en El Puente de Sanabria en 1937, se trasladó a la que hoy en su ciudad, Beckley, ya que su primera esposa, a la que conoció en la universidad, encontró allí trabajo. «Me casé con una muchacha que era profesora de inglés en el instituto y estaba haciendo los másters. Al terminar, ella encontró trabajo aquí y nos mudamos. Yo, durante tres años, trabajé en la oficina del gobernador del Estado como estadista, antes de entrar en mi trabajo actual», recuerda.

Y es que Manuel Cartelle tiene desde hace más de 37 años un reputado puesto como director del departamento de Vivienda y Desarrollo de la Comunidad en Beckley. «En 1974, el alcalde de la ciudad me ofreció este trabajo, en el que estoy a cargo de trece empleados», explica.

El departamento que dirige es propietario de 250 viviendas y se encarga de ayudar a 500 familias con el pago del alquiler. «Cuando empecé a trabajar para este municipio no había ni una familia en el programa. Yo construí las casas y conseguí la ayuda federal para las otras familias. Mi departamento realiza multitud de funciones para el fomento de la ciudad», indica con satisfacción.

Durante sus años allí, poco ha podido practicar su idioma materno. «Antes había muchos españoles que trabajaban en las minas, pero ahora no queda nadie. Hay algún mejicano en Beckley, pero no españoles, así que no tengo muchas relaciones con gente que hable español», lamenta.

En el plano personal, tras el fallecimiento de su primera esposa, con la que no tuvo descendencia, Manuel volvió a rehacer su vida en 1979 junto a una mujer que ya tenía dos hijas pequeñas. «Las criamos juntos», recuerda el zamorano, al tiempo que subraya con orgullo que todos los miembros de su familia «somos graduados de universidad con másters».

No tiene ninguna duda al asegurar que las mayores alegrías se las da su única nieta, Maya, que en la actualidad vive con sus padres en Egipto. «Sus padres son profesores de Escuelas Internacionales Americanas y han vivido con mi nietita en Pakistán, Brasil, Bélgica y Praga», enumera. Por su parte, su hija pequeña vive en Florida. donde trabaja para el estado de Tampa.

La distancia no es impedimento para que toda la familia se reúna varias veces al año a pesar de los kilómetros que los separan. De hecho, una de las grandes pasiones de Manuel es viajar. «Por negocios y por vacaciones, vamos a menudo a Florida a ver a mi hija pequeña y ella nunca falta en las fiestas de Navidad», afirma.

También hace todo lo posible para verse con su hija mayor. «Siempre vienen en el verano durante las vacaciones para pasar un mes aquí. Nosotros también vamos a verlos a ellos y cada año, toda la familia organizamos juntos unas vacaciones o crucero en algún lugar del mundo», comenta.

Junto con viajar ya sea por Estados Unidos como por el resto del mundo, las otras grandes pasiones de Manuel son la fotografía, la lectura, tanto en inglés como en castellano, la cocina, seguir por la televisión tanto el fútbol americano como el europeo «y trabajar», subraya este zamorano de 74 años.

Por supuesto, a pesar de los años que han pasado desde que emigró a Estados Unidos, Zamora sigue muy presente en su corazón, donde reside todavía algún familiar. La última vez que estuvo en su tierra fue hace tres años y tiene previsto volver muy pronto.

Con Sanabria siempre en la mente, declara que no hay nada como el Lago. «Aunque los paisajes de Virginia son muy bonitos y rurales, no hay ningún lago natural, todos son "man made". En Minnesota, de donde es mi yerno, hay más de 10.000, estos sí naturales, pero ninguno es tan bonito como el de Sanabria».

Respecto a las costumbres españolas, «lo que más extraño es el chateo, las tapas y la comida del país», reconoce Manuel, al tiempo que asegura que la cultura a ambos lados del Atlántico es muy diferente. «En España se trabaja para vivir y aquí vivimos para trabajar. Pero yo ya estoy muy ajustado a todo esto y me siento bien en Estados Unidos, así que aquí me quedaré», anuncia.