Absuelto de todos los cargos de traición por la muerte del rey Sancho II, tras su asedio a la ciudad de Zamora hace novecientos años. La justicia es lenta, sí, pero sabia al fin y al cabo. Bellido Dolfos descansará tranquilo allá donde esté, depositario de la única verdad histórica. La que dice conocer el profesor Miguel Ángel Mateos, quien publicó hace cuatro décadas los primeros trabajos de desagravio al ahora héroe para los zamoranos. Su trabajo tenaz le ha permitido impulsar el cambio de nombre al Portillo de la Lealtad, anteriormente de la Traición.

Todo porque Bellido buscó desesperado refugio intramuros tras acabar con la vida de Sancho II, monarca rencoroso que no supo aceptar el testamento de su padre y puso cerco a Zamora. Tampoco supo respetar la voluntad de su hermana Urraca, quien confió en Bellido la solución a una situación insoportable para los zamoranos. El fin justifica los medios, pensó. Y el entonces traidor, hoy héroe, regresó por el Portillo para salvar su vida, gesta bautizada con un nombre equivocado. Nada de traición, si acaso deslealtad, la de Sancho II.

Tras un acuerdo del pleno del Ayuntamiento, la ciudad procedió ayer al acto público de reparación. Donde en los años cincuenta hubo una placa que nombraba a la puerta «de la Traición», ahora figura un nuevo rótulo donado por el escultor zamorano Ricardo Flecha. «No se trata de reinterpretar la historia, sino de adecuarla a los valores actuales», defendió ayer Rosa Valdeón, en los jardines anejos, que han dejado el anonimato para responder al nombre del arquitecto modernista Francisco Ferriol.

El grupo local Natus se encargó de escenificar varios pasajes del Cerco, con la escena de «La asamblea de los muertos» reservada para el final. Casi un milenio más tarde, uno de los actores del grupo se ponía en las carnes del hoy héroe Bellido para defender la nobleza de su acto. Voces con ecos lejanos en la historia que representan para el profesor Mateos el cumplimiento de un acto simple: «Investigar para saber la verdad». «Fue "Puerta de la Traición" en el siglo XIX, cuando se reconstruyó la mitología histórica de las leyendas de Alfonso X», justificó el concejal de Adeiza, quien sustituyó el término de traición por lealtad, porque «Doña Urraca habló cientos de veces de la lealtad, un símbolo básico en los vettones, los viriatos, los numantinos, los visigodos, los zamoranos. Ahí está el origen», sentenció.

Otra cosa es que los zamoranos digieran el cambio rápidamente. «Algunos hasta lo criticarán», apuntó la alcaldesa Valdeón. Sin embargo, la primera piedra en la defensa jurídica de Bellido Dolfos está puesta. «Por lo menos, que se dé pie a una conciencia crítica, a un permanente espíritu de discrepancia y que se hable ya de la Puerta de la Lealtad, anteriormente de la Traición».

Sin embargo, nueve siglos más tarde, en una Zamora muy distinta, el Cerco sigue en pie. El asedio militar ha dado paso a la crisis económica, la despoblación y el olvido. Y la diferencia es precisamente ese Bellido Dolfos que no existe en el siglo XXI y que, sin importar demasiado los medios, sería capaz de llevar a buen puerto los fines. Aún así, recuerden: ya no es de la Traición, porque nunca la hubo. Más bien, de la Lealtad, como dice Mateos, «cosa de zamoranos».