La fiesta de la Inmaculada Concepción «nos invita a buscar a Dios con ahínco, verdad de corazón y pureza de espíritu para abrir las puertas de nuestra existencia de par en par al amor grande de Dios para que sacie nuestra sed de vida». Con estas palabras el obispo de la diócesis de Zamora, Gregorio Martínez Sacristán, se dirigió ayer a los fieles que asistieron a la ceremonia con motivo de la festividad de la Inmaculada Concepción en la Catedral de la capital para conmemorar el 250 aniversario de la proclamación de la Inmaculada Virgen María como patrona de España por el Papa Clemente XII.

La eucaristía fue concelebrada por más de una docena de sacerdotes que lucían en sus ornamentos el color azul celeste propio de la jornada. Tras la oportuna lectura del Santo Evangelio según San Lucas en la que se recordó el anuncio del nacimiento del Hijo de Dios a la Virgen María -«He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu Palabra»- el obispo diocesano instó a los zamoranos a que «invoquemos con fe a la Virgen Inmaculada, alabémosla, demos gracias y glorifiquemos a Dios porque ha hecho una obra maravillosa en esta mujer bendita entre todas las de la tierra», apuntó el obispo tras el correspondiente silencio para la invocación comunitaria.

El prelado diocesano llamó a los vecinos de Zamora a recordar a la Virgen como «la Madre que acoge todas nuestras esperanzas, las que se frustren o las que ni siquiera salen de nuestro corazón porque la Virgen ruega por nosotros para que vivamos con esperanza en este tiempo». En este sentido, subrayó que «nadie como ella supo esperar desde la sencillez y humildad más absolutas».

Martínez Sacristán aludió también en su homilía a la localidad zamorana de Villalpando y su voto inmaculista llevado a cabo en el año 1466, una fecha histórica al ser el primero de estas características en todo el mundo.

La celebración de la festividad ha tenido su presencia estos días no sólo en los actos litúrgicos sino en las propias calles. Varios vecinos, sobre todo del casco histórico, sacaron a sus balcones banderas rojas con la imagen del niño Jesús para conmemorar la festividad cristiana.

Tras la homilía del obispo y la profesión de fe a través del Credo, las peticiones al Señor incluyeron ruegos por la Iglesia, por las religiosas, y por las mujeres «que en algunos países sufren discriminación», así como «por las madres, esposas, viudas y novias», evocó la joven encargada de la lectura de las peticiones.