La colombiana Ruth Consuelo Chaparro visita estos días la provincia para dar a conocer la labor que realiza la Fundación Caminos de Identidad, entidad que dirige y que trabaja, en colaboración con Manos Unidas, con la población indígena en la Amazonia de su país. Trata de divulgar las consecuencias que el cambio climático ya está teniendo en esta selva y exhorta a frenarlo porque cree que está en juego el futuro de toda la Humanidad.

-¿Cómo comenzó a trabajar con los indígenas de la Amazonia?

-El primer contacto lo tuve con 17 años. Me impactó que los tratasen como animales y me enganché porque, ante todo, son seres humanos inteligentes con alma y corazón.

-Como directora de la Fundación Caminos de Identidad, ¿cuál es la situación de los derechos humanos de estos pueblos?

-En este ámbito, lo están pasando bastante mal. El conflicto armado ha llegado hasta estas zonas, que han sufrido masacres, movimientos forzados y desapariciones. Los jóvenes han sido reclutados para distintos grupos armados. Todo ello pone en peligro a las personas y hay unos 32 pueblos que están en riesgo de desaparecer.

-¿Y económicamente?

-Los pueblos de la Amazonia han sido excluidos de una inversión social, algo que como seres humanos necesitan y a la tienen derecho. El mundo ve recursos minerales y naturales en la Amazonia, pero ignora a la población, a los seres humanos inteligentes que saben y conocen la selva y que han respetado el bosque. Desde 1900 hasta 1930 la explotación del caucho para producir llantas ha sido muy intensa, lo que produjo la muerte de más de 70.000 indígenas y un mayor enriquecimiento de los países ricos. Hasta el año 1950 existió la época de las pieles, la denominada bonanza peletera, en la que se utilizó a los indígenas para cazar animales para que las señoras de los países ricos lucieran las pieles. Después ha venido la época de la explotación del petróleo que ha hecho que estos pueblos sean cada vez más pobres. Ahora la deforestación de varias industrias ha sido muy fuerte, de nuevo, en detrimento de esos pueblos que viven del bosque y la naturaleza.

-En los últimos años se ha explotado el Amazonas en busca de otras riquezas.

-Ha aparecido el coltán, uno de los metales que se utiliza en los teléfonos móviles, lo que ha aumentado la presión que se ejerce sobre estos pueblos para que dejen la tierra libre. Finalmente el carbono que captan estos bosques ha suscitado un interés mundial porque producen oxígeno y al mismo tiempo los promotores no quieren disminuir la contaminación que generan. En definitiva, parece que estos indígenas estorban.

-¿Incomoda la concepción de la vida de los indígenas?

-Sí, cuando no los matan con una bala en un conflicto armado, los castigan con el olvido, pues no les llevan los servicios de salud. No hay puestos de atención sanitaria en las comunidades. Los centros de salud están en los cascos urbanos y las capitales y tenemos serios problemas de malnutrición y de mortalidad, muy por encima de los índices nacionales. Hay lugares en los que hasta se carece de una jeringuilla para aplicar un medicamento.

-¿Qué labor están realizando el colectivo que preside para mejorar la situación?

-Gracias a la colaboración con Manos Unidas, una organización clara, transparente y de palabra que apuesta por los proyectos locales, el año pasado recibimos más de 48.000 euros para promover huertas amazónicas y formar a maestros. Desde la Fundación Caminos de Identidad trabajamos en una educación de calidad, que fortalezca sus identidades y sus idiomas. Pretendemos formar a personas que defiendan sus derechos y hagan frente a las adversidades actuales. Potenciamos la formación de líderes políticos indígenas porque es necesario que estén preparados para conocer sus derechos y defender sus territorios y para ello tienen que saber cómo funciona el mundo y por qué interesa tanto actualmente la Amazonia. También creamos materiales educativos, se hace investigación o se forma a profesionales indígenas. Paralelamente estamos recuperado el suelo y las semillas, produciendo comida limpia sin químicos y generando bosque para no dejarles una tierra desolada a las nuevas generaciones. También apostamos por sembrar para comer y por plantar árboles tanto frutales como madereros que en aproximadamente 30 ó 40 años serán grandes para que las generaciones venideras tengan con qué respirar. Los indígenas tienen claro que no son dueños de la Naturaleza, sino que ésta se nos ha dado en gratuidad. Tienen muy presente que animales, plantas y humanos tenemos derechos a continuar viviendo en completa armonía.

-Un pensamiento algo desterrado en los países desarrollados.

-Estoy haciendo un recorrido por España pidiendo que se revise el modelo de comprar, consumir y acumular porque contamina y se está matando no sólo a plantas y animales, sino también se fomenta el fin de los pueblos. El cambio climático es una realidad y el coste lo empiezan a pagar los de siempre, los más pobres.

-¿Cuáles son las consecuencias que ya se perciben en el Amazonas?

-Las inundaciones cada vez son más fuertes, las lluvias llegan a las viviendas y acaban con sus cosechas, lo que aumenta el hambre así como la desnutrición no solo de hombres sino también de plantas y animales. Además, cuando hay grandes sequías aumentan los mosquitos y aparecen el dengue y la malaria que elevan la mortalidad. Como la población no está preparada para altas temperaturas mueren los niños y los mayores. Los indígenas hoy pagan el precio del cambio climático y ellos no lo causaron. El problema es de la Aldea Global y quienes trabajamos en la selva nos damos cuenta que lo que está en juego es la supervivencia de la especie humana.

-Ha aludido en varias ocasiones a la mortalidad infantil, pero, pero ¿de qué cifras habla?

-La media nacional de mortalidad por cada cien mil nacidos vivos es de 250 y en algunas regiones de la Amazonia alcanza de 5.000 y 7.000, según reputados estudios de distintas universidades. Son pueblos minoritarios y no sólo muere la población, sino que desaparecen civilizaciones, lo que contrasta con la población que vive en la abundancia y que sufre problemas como la anorexia, la bulimia, la depresión y pierde el sentido de la vida... Ni la abundancia extrema ni la escasez son buenas. Estos pueblos son parte de la solución, no son un problema.

-¿Por qué?

-Los indígenas plantean un concepto el equilibrio y de armonía. Debemos de concienciarnos de qué si disminuimos la contaminación, apoyamos la vida. Su modelo de desarrollo no está centrado en acumular, ante todo quieren ser felices y pasan la vida entregándoles el corazón a sus hijos y respetan mucho a los ancianos, las personas de más 50 años. Los consideran muchos por su sabiduría y su fuerza y no encontrarás nunca ancianos maltratados ni abandonados.

Bogotá, 1961

Desde los 17 años está en contacto con las comunidades indígenas que viven en la Amazonia. Es Comunicadora Social y también ha realizado estudios de Lingüística y Antropología así como un master en Desarrollo Humano «para hacer mejor mi trabajo», remarca. Tras trabajar muchos años para el Gobierno de Colombia apostó, junto con otros profesionales, por crear la Fundación Caminos de Identidad, Fucai, hace ya veinte años. El colectivo que preside potencia la Educación de los indígenas o la recuperación de la agricultura. Durante estos días da a conocer en múltiples conferencias la labor que efectúa el colectivo gracias a la aportación económica de Manos Unidas y alerta de las consecuencias existentes del cambio climático.