«Zamora, orilla apacible del Duero, donde la Vía de la Plata lo atraviesa por el Puente de Piedra (...)». Con estas palabras inicia el libro «1.000 sitios que ver en España al menos una vez en la vida» el capítulo referido a Zamora.

La exposición, en un lenguaje directo y sencillo, comienza con una referencia al cinturón defensivo de la urbe y al Pórtico de la Traición y la Puerta de Doña Urraca para proseguir con una mera referencia a las iglesias medievales «en cantidad sorprendente», lo que lleva al autor del texto, Juan Eslava Galán, a calificar a la ciudad «como más románica que gótica».

El autor, que ha intentado recoger «los lugares esenciales que ver en España», fija su atención en el Parador, del que alude bien a aspectos sobre su construcción, bien a detalles como la escalinata o a la armadura de caballero presente en un rellano. En el recorrido por el casco antiguo enumera edificios civiles como El hospital de la Encarnación, actualmente la Diputación de Zamora, el Ayuntamiento de Zamora, el palacio de los Momos y el palacio del Cordón, ahora Museo de Zamora. Tras una referencia al romance sobre el magnicidio del rey Don Sancho el autor despacha la gastronomía con tres líneas en las que cita a la calle de los Herreros y al vino de Toro. Otro de los atractivos de la ciudad por el que pasa de puntillas es la Semana Santa de la que señala: «si quiere vivir una (...) exacerbadamente católica, vaya a Zamora».

Mención especial hace a la Catedral, de la que ensalza el cimborrio (habla de su influencia en los de la Catedral de Salamanca y la Colegiata de Toro), describe sus características arquitectónicas y nombra al Museo Catedralicio y su importante colección de tapices. Paradójicamente este fragmento lo acompaña de una instantánea de la Colegiata toresana, de la que sólo se hace una mera referencia. Otros edificios capitalinos mencionados en las cinco páginas dedicadas a la provincia son El Museo Etnográfico de Zamora y el Museo de Semana Santa.

Entre las joyas de la provincia, «1.000 sitios (?)» cita a la iglesia de San Pedro de la Nave, «uno de los ejemplos más representativos de la arquitectura visigoda»; Benavente, ciudad en la que recomienda la visita al Parador de Turismo y a la iglesia de Santa María del Azoague; las rutas arqueológicas por Los Valles, así como Sanabria, Puebla y el entorno del Lago, el cañón del Tera o la localidad de Fermoselle, del que alaba su vino y el buraco del Diablo, Toro y hace una somera descripción de la reserva natural de Las Lagunas de Villafáfila.