El Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo ensalza hoy, con un homenaje, la figura del zamorano Manuel García-Pelayo, primer presidente del Tribunal Constitucional, entre 1980 y 1986, los mejores años del órgano democrático, a decir de muchos. Para ello cuenta con la presencia del presidente del Consejo de Estado, Francisco Rubio Llorente, un jurista de reconocido prestigio como lo fue García-Pelayo, de quien fue amigo y compañero en el Constitucional. En su conferencia desgranará la historia y valía intelectual del zamorano, «una figura señera de nuestra historia», a su entender. Lo hará a las 20.15, en el salón de actos de Caja España (en la calle de San Torcuato).

El acto organizado por el IEZ pretende conmemorar el centenario del nacimiento en Corrales del Vino (24 de mayo de 1909) del jurista zamorano, que murió en Caracas en 1991, ciudad a la que regresó tras presidir el Tribunal Constitucional y en la que había ejercido como profesor universitario desde 1958 hasta su jubilación. Antes ejerció en Buenos Aires, donde tuvo que desarrollar otros trabajos, y en Puerto Rico.

García-Pelayo abandonó España después de participar «de forma activa y brillante», a decir de Rubio Llorente, en la Guerra Civil, en el Ejército Popular. A él se incorporó con 27 años de inmediato tras regresar de Berlín en agosto de 1936, donde estaba estudiando, en contacto con Carl Schmit. La decisión la tomó en cuanto supo del alzamiento nacional. Volvió directamente a Madrid para incorporarse al frente, lejos de su Zamora natal, donde se hallaba su familia. Fue jefe del Estado Mayor del Grupo de Divisiones del Ejército de la República que rompió el frente franquista en Extremadura. Hijo de militar, se planteó seguir sus pasos, pero el cierre de la academia de Zaragoza por el general Primo de Rivera se lo impidió.

Esa circunstancia le conduciría a Madrid, a la Residencia de Estudiantes, donde inició la carrera de Derecho, decisión que cambiaría el rumbo de su vida, al descubrir su vocación intelectual, afirma Rubio Llorente en una semblanza publicada en la revista «Claves de Razón Práctica» en septiembre pasado. «Quizás allí surgió su interés por la política y su firme compromiso con la democracia, pero es posible que uno y lo otro le vinieran de más atrás, de su propio padre, un militar liberal, que bajo seudónimo, colaboró de vez en cuando en la revista "Leviathan"».

El presidente del Consejo de Estado describe cómo su decidida apuesta por el régimen democrático de la república, derrocada por el golpe franquista, le cierra las puertas de la Universidad, pero «no alteró su firme vocación intelectual, ni lo apartó del trabajo académico». De hecho, concreta que «no abdicó» de sus convicciones mientras permaneció en España antes de abandonar el país, como muestran las publicaciones que llevó a cabo. No existe ninguna biografía del ilustre zamorano, pero sí la que él mismo escribió en sus Obras Completas, en la revista «Anthropos».