El torero, periodista y escritor francés André Viard abogó ayer, en la Semana Cultural Taurina que organiza el Club LA OPINIÓN-EL CORREO, por una nueva visión del toreo. «Quizá ahora mismo se tiene que plantear el tema de su porvenir. Estamos en un momento en el que quizá ahora mismo se tiene que plantear el tema de su porvenir, en el que tenemos que redefinir lo que es la fiesta, el espectáculo taurino, si queremos que sobreviva, primero a la crisis, y segundo a este debate que hay en sociedad alrededor de los toros».

Para Viard, la solución pasaría por «realizar un espectáculo moderno, quitarle lo que pueda chocar y poner en evidencia su grandeza, que está en la autenticidad del toro». El francés reconoció que «aunque el que llena la plaza es el torero, sin toro no hay fiesta, así que hay que darle su sitio, lo cual no quiere decir que se vuelva al siglo XIX». Para ello, «hay que inventar al toro del mañana y los ganaderos ya están en ello». Entre las características que debe tener el astado, Viard destaca «buena hechura, que se mueva y sea bravo, que permita el toreo pero que tenga casta y no se dé por vencido a la primera pelea». Además, «se debería también dar más importancia a la suerte de picar, para darle más importancia de la que tiene en la actualidad», añadió.

Según explicó el torero, estos cambios radicales en el mundo del toreo son habituales y han sucedido a lo largo de los siglos. Así, «en 1710, el rey francés que llegó a España prohibió los toros al no gustarle y dio sitio al toreo a pie. La segunda gran revolución, un siglo después, cuando el espectáculo de los toros era un desorden total, era una pelea muy sangrienta y salvaje, llegó Francisco Montes «Paquiro», matador andaluz, quien puso orden en la lidia que conocemos actualmente, así que no ha cambiado nada desde 1830. La tercera revolución fue en un momento crucial, donde podía haber desaparecido la fiesta. Fue en 1920, con Primo de Rivera, quien impuso el peto en la plaza para el caballo, un cambio que los aficionados creyeron que iba a acabar con la fiesta, pero permitió al espectáculo seguir enganchando a otro público y entrar en el siglo XX con otra modernidad».

Para el escritor, ha llegado el momento de volver a pensar en la fiesta nacional. «Estamos, un siglo más tarde, en una situación en la que los hechos nos obligan a reflexionar. No podemos seguir sólo haciendo negocio de la fiesta, sino pensar en cuál es el público de hoy, cómo es la sociedad, cómo puede sobrevivir este espectáculo sobre el que hay tantas sospechas». Por ello, Viard apuesta «por un nuevo modelo económico par ala fiesta del mañana, porque los espectáculos que han crecido y sobrevivido, como el fútbol o el cine, lo han hecho porque han creado unas figuras universales con una carga positiva muy importante a la que se adhieren las grandes marcas, logrando un dinero añadido que permite una expansión económica que no existe en los toros».

El torero, por otro lado, niega que los movimientos antitaurinos hayan tenido algo que ver en esto, aunque reconoce que su visibilidad ahora es mayor «gracias a Internet, porque antes se tenían que dirigir a los medios directamente y ellos los veían como lo que eran, unos integristas y unos fanáticos, pero ahora tienen su propio medio gracias a la red».

André Viard se encargó de la segunda jornada de la Semana Cultural Taurina del Club LA OPINIÓN-EL CORREO con una conferencia titulada «Entre Las Vegas y Las Ventas», donde quiso demostrar «que la fiesta está sin criterios ahora mismo, porque vamos del rigurosismo a veces excesivo de Las Ventas a la mascarada de Las Vegas, donde figuras consagradas se prestan a lo que es un espectáculo bochornoso».

Por último, el matador francés, ya retirado, reconoció que «ser torero me ha permitido conocer este mundo lo mejor que se puede» y anunció que, desde Francia, donde es presidente del «Observatorio Nacional de las Culturas Taurinas», está embarcado en un proyecto para crear una «Escuela de Afición, para que salgan aficionados, porque serán el público del mañana y serán los organizadores de las futuras corridas».