Tiene una expresividad sorprendente, un halo de misterio le envuelve, habla despacio y es muy claro. No esconde nada. A la hora de comunicar no utiliza los trucos de magia que tan bien se le dan en el escenario. Con un acento catalán muy marcado el ilusionista Mag Lari comenta los entresijos del mundo de la magia. Este artista ha visto como su popularidad ha crecido por las habituales colaboraciones que realiza en el programa de televisión de Andreu Buenafuente.

—¿Qué significa para usted la magia?

—Es mi trabajo y prácticamente mi vida. De pequeño me gustaba sentirme el centro de atención y comencé a tener la magia como hobby, era muy divertido que todos mirasen lo que hacías. Creo que los magos tenemos un punto «freaky» en cuanto a que nos encanta que nos miren y asombrar a la gente. Aunque claro, eso también puede llegar a ser malo, hay que saber encontrar el equilibrio y desprenderse del personaje cuando te bajas del escenario.

—¿De dónde surge el personaje de Mag Lari?

—Al principio de mi carrera hacía magia musical, actuaba con una compañera en el teatro pero un día mi partenaire se puso enferma y me tocó salir solo a escena. Me puse a improvisar y lo que me salió fue un personaje un poco borde y con un humor un tanto peculiar. Con el paso del tiempo esta figura se ha ido puliendo y evolucionando hasta llegar a lo que es ahora.

—¿Cuál es el mayor reto al que se enfrenta?

—Lo difícil de hoy en día es conseguir vivir de la magia. En la compañía somos ocho personas y es complicado conseguir trabajo. A pesar de esto, no nos va nada mal, no podemos quejarnos. Lo prioritario es seguir como estamos ahora, que no paramos. Tanto el espectáculo «Secrets» como el que presentamos en Zamora «Sonrisas y magia», están funcionando muy bien. Creo que los personajes que hemos adoptado son la clave para que el show salga tan bien. Siempre hay que tener en cuenta el público y el lugar donde se va a actuar y eso lo cuidamos mucho en nuestros espectáculos.

—En un mundo donde los niños juegan con las videoconsolas ¿Es más complicado llegar a sorprender al público?

—Sí, así es. Antiguamente la gente se lo creía todo. No había televisión y se sorprendían con muchísima facilidad. Un ventrílocuo conseguía dejar boquiabierta a la gente, ahora se ha convertido en un humorista. Algo parecido sucede con los magos, somos ilusionistas y la gente sabe de antemano que vamos a hacer trampas.

—Entonces, ¿hay un pacto con el público?

—Podríamos decir que así es. Lo que un mago hace es entretener y hacer que el público se pregunte como se ha hecho el truco. Un ilusionista es un actor que utiliza la magia como medio de expresión. Ante todo el mago lo que hace es hacer que la gente sueñe.

—Destaca por sus montajes arriesgados y atípicos. ¿En qué se inspira?

—Siempre he hecho lo que he querido, hago lo que me gusta y lo que me da la gana. Cuando empecé me decían que no podía hacer el truco de la caja con un chico porque no quedaba estético, pero a mí me ha funcionado muy bien. Y lo mismo me pasaba con la música, me calificaban de arriesgado pero tras probar he visto que todo es posible. Siempre estoy investigando todos los elementos escénicos para buscar la originalidad necesaria.

—Con la participación en el programa de Andreu Buenafuente se ha convertido en un personaje mediático. ¿Cómo lleva la fama?

—La verdad es que a nivel nacional todavía no lo noto demasiado. Si que hay gente que me para y me reconoce y lo llevo muy bien. En Cataluña es donde más me conocen porque además de aparecer en el programa de Buenafuente participo en la TV3. Allí sí que siento como la televisión influye mucho en el público y a veces se hace un poco pesado. Pero, siempre está bien que te reconozcan el trabajo que realizas ya que el público anima mucho y cuando hacemos magia estamos pensando en todos ellos.

—¿En qué especialidad de magia se siente más cómodo?

—La verdad es que a mí lo que más me gusta es la magia en teatros, el medio televisivo es muy complicado porque es más difícil mantener la atención y la magia de cerca no es mi especialidad. Me gusta estar sobre el escenario, es donde mejor me siento ya que controlo todo. Antes que mago he sido actor, por eso me gusta tanto el teatro. Considero que un mago que quiera ser bueno tiene que recibir unas nociones previas de interpretación, porque en el fondo lo que va a hacer un mago es interpretar.

—¿Cuál es su opinión sobre las XVI Jornadas de Magia?

—Creo que el trabajo que realizan desde la organización es muy bueno, cada año hay más público que se acerca a la magia y además algunos te preguntan por cosas que han visto otros años. Es la cuarta vez que participio y observo como el nivel va creciendo. Este tipo de iniciativas se realiza en muchos sitios pero hay pocos en los que haya tanta calidad como en Zamora. Se debería aplicar la fórmula que ha establecido Paulino Gil para promocionar la magia.

—¿Qué consejo le daría al que se quiere iniciar en la magia?

—Se que va a sonar raro, pero lo primero que tiene que hacer es parase un segundo y adivinar si realmente tiene talento, si lo tiene que trabaje duro. Pero, si no lo tiene que se dedique a otra cosa y tenga la magia como una afición. Espero que no suene borde (dice preocupado), pero este mundo es muy difícil. Nunca hay que olvidarse de la magia porque produce muchas satisfacciones.