La peatonalización necesita sus topes. El incumplimiento de las señales por parte de los conductores ha llevado al Ayuntamiento de Zamora a colocar pivotes en zonas peatonales de la ciudad como la Plaza del Maestro, la calle del Arcipreste y bajo el Arco de San Ildefonso, además de preverse nuevas instalaciones en los barrios de La Lana y de La Horta, en ambos casos para evitar los aparcamientos encima de las aceras.

Las quejas vecinales por el riesgo de atropellos propiciaron la colocación de pequeños postes en Arcipreste. «Los coches se metían a demasiada velocidad por una calle que es estrecha, con lo que parece que todavía circulan a más kilómetros por hora», a lo que se añadía la falta de visibilidad, de ahí que se adoptara esa medida, «para seguridad de los peatones», agrega Francisco Javier González, concejal de Protección Ciudadana en el Ayuntamiento capitalino.

Bajo el Arco de San Ildefonso estaba prohibido pasar, pero eso no impedía la circulación rodada en uno u otro sentido, con riesgo de accidentes. Las señales «no se respetaban» y había quejas por la inseguridad vial que generaba incluso no saber por dónde podía aparecer el tráfico rodado. Así, se «zanjó el asunto» con la instalación de bolardos desmontables que se han hecho necesarios para «hacer valer las normas». Además, se trata de un monumento que es Bien de Interés Cultural. «No corría ningún riesgo, pero es mejor protegerlo de la circulación», señala el también segundo teniente de alcalde, tras la reciente remodelación del equipo de Gobierno en la institución local.

Los últimos pivotes en colocarse han sido los de la plaza del Maestro, en la parte superior de San Torcuato, para evitar la picaresca de algunos conductores, que se atrevían a circular por esa zona, pese a la semipeatonalización implantada hace meses. El eje de San Torcuato y San Andrés está única y exclusivamente abierto al tráfico a residentes, hosteleros y repartidores, pero los más cucos se metían por la calle de las Flores de San Torcuato para dirigirse hacia la Plaza del Maestro, o bien subían por San Torcuato para llegar a esa plazoleta, con lo que esa zona semipeatonal soportaba un «exceso de tráfico» para la que no se había diseñado, con el consiguiente perjuicio para el mantenimiento de la nueva pavimentación. Los coches, además, invadían «los jardines que hay a nivel de suelo».

Los pivotes de la plaza del Maestro impiden también la realización de maniobras a los camiones de reparto, para preservar el estado de baldosas y jardines. El pavimento «sí aguanta una camioneta de descarga, pero no maniobras» continuas.