Recuperamos, por fin, la obra de Pedro Alvarez, el escritor de Villalba de la Lampreana, en las vísperas del centenario de su nacimiento (1909-1983), porque el Instituto de Estudios Zamoranos "Florián de Ocampo" publicará la novela "Los chachos", aparecida en 1942 en distintos números de la revista "El Español", en el último trimestre de este año. El autor, también, de "Nasa" y "Los colegiales de San Marcos" -la producción de este escritor ha sido estudiada por la profesora Ana Isabel Almendral Opperman, de la Universidad de Castilla-La Mancha-, utiliza un léxico muy rico en vocablos de estas tierras, seguramente aprendidas en su memoria, y da un carácter fresco a las tramas de sus obras. En alguna no faltan, asimismo, los apuntes autobiográficos. Así, evoca el colegio de San Lucas, ubicado en un antiguo palacete del casco antiguo.

El fabulador zamorano, de breve obra narrativa -el periodismo consume muchas energías-, escribió sus primeras obras, fundamentalmente, en la década de los años cuarenta del pasado siglo. En 1951, aparecieron "Los dos caminos" y una biografía de Juan Martín "El Empecinado". Y sólo poco antes de morir se decidió a publicar "El vivir humilde", narraciones sobre los viejos oficios, extinguidos, amortizados. Dirigió tres periódicos: "Baleares" (de Palma de Mallorca), "Odiel" (Huelva) y "Córdoba". Y en la ciudad de la Mezquita y de las religiones falleció. Se había estrenado, literariamente, con "Cada cien ratas, un permiso" (1939), que recibió el Premio Vértice a la mejor novela de guerra? Era una prosa que tenía en cuenta las palabras originales del mundo -¿qué es eso de "Medio"- rural, hechos de precisión, naturalidad y frescura, madurados por los soles y los siglos, las noches de serano e historias. Un vocablo, sólo uno, y describe una acción, una tarea, un universo. Por eso es palabra cálida, que no busca barroquismos ni modernidades. Busca: exactitudes.

La re-edición de "Los chachos" tiene su origen «en una beca a un proyecto de investigación, que concedió el "Florián de Ocampo", el año 2001, a Ana Isabel Almendral, auspiciada y avalada por una idea del prestigioso profesor José Fradejas», quien «considera que esa obra es una de las mejores novelas publicadas en España en aquella época. A partir de ahí se otorgó una beca, para poner en orden los materiales y recopilar lo publicado por Pedro Alvarez», explica Pedro García, presidente del Instituto de Estudios Zamoranos. Concluido ese trabajo, «teníamos dos opciones: editar la obra completa, lo que resultaba muy costoso para nuestra capacidad presupuestaria, o ir publicando año tras año alguna de sus creaciones». Y, por lo visto, la junta directiva de la institución cultural eligió la segunda fórmula. «Yo he tenido la fortuna de corregir las pruebas de imprenta de "Los chachos", y su manejo del léxico y de la sintaxis resulta excepcional», refiere el archivero e historiador.

Los lectores más jóvenes, o los adultos pero urbanitas, tal vez precisen, en algunos momentos, del diccionario. Habrán de echar mano del libraco y ayudarse. A veces, el autor emplea términos ya en desuso -el progreso en el campo se ha llevado por delante muchas expresiones... y valores-, pero «con una alta riqueza lingüística».

La directiva de la institución cultural se reunió «para decidir cuál era la obra primera que debíamos editar. Y, no sé por qué, todos estuvimos de acuerdo: "Los chachos". Tal vez porque se trata de una de sus novelas menos conocidas. Pasó más desapercibida». De ahí, por lo visto, la determinación. La trama evoca escenas de la gran literatura picaresca española, realismo puro y duro. Presenta, sin embargo, «un marcado carácter zamorano». García Alvarez muestra, «como presidente del Instituto», su «ilusión por la recuperación de esta obra. Pedro Alvarez puede resultar un desconocido para el gran público. No obstante, se trata de un escritor que maneja un léxico, en muchos casos perdido por lo común que hablamos en estos días, lleno de matices. Sus descripciones son maravillosas»? Ahí el castellano se reivindica por sí mismo.