El músico Mario Carpintero dirigirá a sus compañeros de la Joven Orquesta Sinfónica de Zamora en dos recitales que tiene el colectivo el 10 y 11 de septiembre.
– “Resonancias barrocas” es el nombre de los conciertos que encaran el fin de semana.
–Queríamos hacer un programa del Barroco porque te permite tocar una serie de piezas que se enseñan mucho a la gente joven y por no hacer todos los encuentros de barroco con música parecida, me pareció muy buena idea hacer un concierto con música verdaderamente barroca que es la música de Bach y luego dos obras que desde otros estilos beben de la influencia del Barroco puro. El Concierto para violín en Re menor de Mendelssohn, que es lo que toca Ángela Luis como solita, es una mirada al barroco desde el Romanticismo y la pieza es de Schnittke, que es un compositor contemporáneo que hace música vanguardista. Tocamos una de sus obras donde usa el Barroco de una manera satírica. Son tres composiciones relacionadas entre sí, pero desde el acento de cada siglo.
–¿Qué le impulsa a llevar a cabo este tipo de repertorio?
–Como músicos la obra barroca hay que tocarla con un estilo que se asemeje a cómo se hacía en ese momento, pues intrumentalmente es muy diferente a la música del XX. Es trabajar todo el rato el mismo material, pero desde estilo totalmente diferentes. El repertorio lo estamos preparando en un nuevo encuentro, porque el colectivo funciona así, desde el sábado.
–La orquesta la integran músicos de muy distintos niveles y edades, la diversidad de componentes ¿condiciona mucho la elección de las composiciones?
–Sí. Hemos intentado que sean obras que los más pequeños estén al nivel y puedan aprender y con las también los mayores tengan algo que decir. En una orquesta como esta que tiene una finalidad pedagógica, tienes que abordar composiciones que puedan trabajar todos. La música te enseña a trabajar con personas, da igual que sean adultos o sean niños, ya que cada uno expresa con el instrumento. Son semanas en las que construimos las obras juntos y aprendemos juntos.
Estos proyectos te enseñan una manera de cooperar y de trabajar en equipo, independientemente de que te acabes dedicando a la música profesionalmente
–En una ciudad como Zamora ¿resulta complicado sacar adelante un proyecto como el de la Joven Orquesta Sinfónica?
–Es difícil porque requiere de mucho compromiso por parte de la gente en unos tiempos en los que las prioridades están remando un poco en contra. No obstante, estos proyectos te enseñan una manera de cooperar y de trabajar en equipo, independientemente de que te acabes dedicando a la música profesionalmente.
–En esta ocasión usted tocará y es también dirige al colectivo. ¿Qué implica para usted este binomio?
–Hay que saber llegar a todo el mundo con tus gestos desde el atril e inyectar la energía de lo que estás haciendo a todos, pero al final donde uno está trabajando no son en los movimientos para que todos vayamos juntos en el concierto sino en todo lo que llevamos trabajando durante una semana y yo corriendo y haciendo con ellos. Desde mi punto de vista lo más interesante es que yo mande desde el atril, pero es muy diferente de ver a un director que mueve la batuta, reside en que favorece la escucha y la creación de momentos juntos e ideas, lo que es la comunicación musical.
–Un recital es en Arcenillas y el otro en la Encarnación en la capital. ¿Por qué?
–La Joven Orquesta es de toda Zamora y con anterioridad hemos tocando en otras poblaciones que tienen templos grandes. Tocamos en la iglesia de Arcenillas, cuya iglesia tiene una buena acústica y hay espacio suficiente, dentro de su semana cultural y el domingo a las 20.00 horas lo haremos en La Encarnación.
–¿Qué proyectos tiene el colectivo para el resto del año?
–Probablemente el próximo encuentro sea en Navidad. En la pandemia hicimos un vídeo “Strasbourg 1792”, una recuperación de música, que tiene pendiente una nueva fase de concierto sinfónico, ya que en su momento solo pudimos trabajar como ensembles de cámara. La siguiente ocasión que estemos todos los músicos debería ser la presentación en teatro y con orquesta grande y solistas de ese programa.
–A nivel personal tiene por delante un curso en la prestigiosa Escuela Reina Sofía.
–Hice el Superior en el Real Conservatorio de Madrid y a la Escuela Reina Sofía, que depende de una fundación, hemos accedido este curso que ahora empieza 15 alumnos. Es una escuela que sigue el modelo americano, es muy difícil acceder y te brinda unas grandes oportunidades porque tiene un nivel increíble de profesorado. Para mí es un salto de nivel y lo intentaré compaginar con los proyectos con mi cuarteto de música de cámara y con el que hemos recorrido muchos festivales por Italia y por Bulgaria. Profesionalmente es un paso más en mi carrera que espero que me ayude a enseñar luego en casa.
