El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico publicó recientemente un mapa en el que alertaba sobre la despoblación de los municipios medianos no urbanos. Es decir, aquellos que tienen entre 2.000 y 20.000 habitantes. En España, dos de cada tres localidades de este tamaño han perdido habitantes en la última década, una circunstancia que dificulta el desarrollo de las comarcas y que, en determinadas provincias, sitúa a vastos territorios ante el abismo de carecer de un núcleo de referencia vigoroso en un buen puñado de kilómetros a la redonda.

Toda la información sobre la despoblación en Zamora.

Como es costumbre al analizar cualquier indicador demográfico, si la situación en España es delicada, en Zamora se torna crítica. Esta es la provincia con menor número de municipios de entre 2.000 y 20.000 habitantes. Son solo tres, Benavente, Toro y Morales del vino. Además, el último ni siquiera se tiene en cuenta en esta estadística, al pertenecer al área urbana de la capital, mientras que los otros dos han perdido habitantes en la última década.

Este escenario viene como consecuencia directa de una caída sin red que ha provocado una proliferación de los municipios de menos de 500 habitantes y una merma constante de los pueblos que alcanzan las cuatro cifras. En su momento de esplendor demográfico, Zamora llegó a tener trece localidades de entre 2.000 y 20.000 habitantes, y otras 77 de entre 1.000 y 2.000. La evolución de los censos durante el siglo XX y lo que va del XXI deja clara la tendencia.

Ciudad pequeña, pueblos poderosos

En el inicio del siglo XX, Zamora capital apenas contaba con 16.200 habitantes, pero la provincia al completo se situaba en torno a 275.000. Así, en los años previos a la Guerra Civil, municipios como Corrales, Vezdemarbán, Fuentelapeña, Villalpando o Villanueva del Campo superaban con creces los 2.000 habitantes y vivían sus momentos de mayor esplendor demográfico de la recién estrenada centuria. A la cabeza de esa realidad floreciente, Fermoselle llegó a superar los 4.600 habitantes y Fuentesaúco se instaló en los 3.600. Además, durante esta etapa, más de 70 municipios superaban los mil habitantes, lo que habla a las claras del poderío de aquel medio rural, que siguió creciendo tras la contienda.

Los años previos al éxodo

Las décadas centrales del siglo XX fueron duras desde muchos puntos de vista, en pleno mando de la dictadura, pero demográficamente hablando situaron a Zamora en cifras que no ha vuelto a rozar desde entonces. A nivel general, la provincia se instaló por encima de los 300.000 habitantes, y las cabeceras de comarca mantuvieron su empuje mientras la capital crecía a marchas forzadas. El censo de 1950 colocó al territorio con 315.000 personas, casi 150.000 más que las que tiene ahora, y dibujó un escenario con trece ayuntamientos más por encima de los 2.000 individuos. Ahí se encontraban Benavente, Cobreros, Fermoselle, Fuentelapeña, Fuentesaúco, Galende, Morales de Toro, Riofrío de Aliste, Toro, Trabazos, Vezdemarbán. Villalpando y Villanueva del Campo. Además, en total, 91 municipios superaban el millar de vecinos, lo que da una idea de un mapa provincial con unos referentes por zona que iría perdiendo a medida que avanzaron los años.

Los primeros golpes

Cuando se publicó el censo de 1970, comarcas como Aliste o Sanabria ya habían visto caer con dureza a sus municipios medianos. Los trece ayuntamientos por encima de 2.000 habitantes que convivían en Zamora veinte años antes habían caído casi a la mitad, hasta los siete. No en vano, la provincia dejó escapar en esos años 65.000 habitantes, el equivalente a algo más de la suma de las poblaciones actuales de la capital y Morales del Vino. De 91 localidades por encima de mil personas se pasó a 56.

Una tendencia que se mantuvo

Los años 80 y 90 solo sirvieron para profundizar en el drama demográfico que empezaba a asolar a Zamora. Se habla mucho de la despoblación de las últimas décadas, pero la caída más grave se produjo entonces. En 1981, la provincia tenía solamente 223.000 habitantes, casi 100.000 menos que treinta años antes; en los cuarenta años posteriores ha perdido cerca de 60.000 más. Por ese agujero se escapó la vida de los ayuntamientos más boyantes de los territorios que ahora padecen de manera más cruenta el castigo poblacional. El ejemplo de Fermoselle, con menos de 2.000 personas ya en 1991, resulta paradigmático e ilustra una decadencia que no se ha sabido corregir desde entonces.

Sin solución durante el siglo XXI

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En los últimos 90 y primeros 2000, la mejoría de la capital abrió una ventana a la esperanza, pero la evolución de la última década ha cerrado con violencia ese espacio para la fe. Zamora sigue cayendo en picado. Ahora, el porcentaje de ayuntamientos por encima de los mil habitantes, elevados en importancia por la ausencia de otros más grandes, supone solamente el 6% del total de la provincia, cuando antaño fue más de un tercio. Además, la marcha de algunos de ellos permite intuir que esa cifra seguirá adelgazando con el paso del tiempo, como también advierten estudios como el de proyección de habitantes del INE. La irrupción mediática del problema y los movimientos de descentralización y dinamización demográfica suponen ahora el gran clavo ardiendo al que agarrarse para revitalizar un territorio que mira su reloj de arena.