Un hombre cercano, campechano, con fama de incorruptible y de salvador de la patria. Esa fue la imagen que cultivó Juan Carlos I y que caló en gran parte de la sociedad española durante sus casi cuatro décadas de reinado. También entre los zamoranos, que le recibieron en tres ocasiones con vítores unánimes y con los honores que corresponden a un Jefe del Estado como él. El ahora rey emérito viajó con la Reina Sofía a la provincia en octubre de 1978 y en febrero y junio de 1997, y aprovechó para darse multitudinarios baños de masas en los principales municipios y para reunirse con las autoridades locales, ávidas de trasladarle los problemas más acuciantes.

Una visita del rey a Zamora

Así ocurrió el 6 de octubre de 1978, cuando los reyes aterrizaron en helicóptero en las instalaciones de “Los Salados”, en Benavente. Las crónicas de aquel día hablan de una ciudad “que vibró de entusiasmo” ante la visita de los monarcas, que apenas llevaban tres años en el cargo y que se presentaron ante la sociedad zamorana como abanderados de la modernidad. Ya en la capital, Don Juan Carlos y Doña Sofía fueron los protagonistas de sendas recepciones en el Ayuntamiento y en la Diputación, y el ahora emérito recibió distinciones como la Medalla de Oro de la provincia o incluso la Insignia de Oro del Zamora CF.

Tras un breve paso por Toro, el rey Juan Carlos I se marchó de la provincia para no volver hasta casi veinte años después. Su regreso se produjo el 26 de febrero de 1997, de nuevo acompañado por Doña Sofía, y sirvió para que ambos inauguraran la residencia toresana Virgen del Canto y para que participaran en la celebración del centenario de la Junta Pro Semana Santa de Zamora. Las imágenes de la época, con los ciudadanos haciendo cola tras las vallas colocadas para la ocasión, dejan patente el grado de popularidad de los monarcas.

Doña Sofía, en una visita a Zamora acompañando a don Juan Carlos I

Tan solo tres meses y medio después, Juan Carlos I volvió a la provincia para participar en la celebración de los actos conmemorativos del Tratado de Alcañices. El rey viajó hasta la localidad alistana, donde nuevamente gozó de la simpatía de la gente de la zona, y donde pudo escuchar una queja que aún hoy se repite por aquellos lares: la importancia de la conversión en autovía del trazado actual de la N-122.

Juan Carlos I no regresó a Zamora en visita oficial. Lejos queda aquel 1997, y también la imagen casi unánime de hombre llano y honesto que le acompañó durante buena parte de su vida. Su “meditada decisión” de marcharse al extranjero ante los sucesivos escándalos que le rodean supone un hito histórico e inimaginable hace unos años.