Arrugar la nariz, gruñir o encogerse de hombros: los tics de los niños

Uno de cada cuatro escolares padece algún tipo de contracción muscular espontánea e involuntaria

Uno de cada cuatro niños padece algún tipo de tic durante su infancia. Si es así, ni te preocupes ni te obsesiones porque tienden a desaparecer. Suelen comenzar entre los 3 y los 8 años y de forma espontánea, de repente, dejan de hacerlo sin que te des ni cuenta. Se trata de contracciones musculares breves, involuntarias, bruscas, repetidas, sin propósito y se manifiestan como movimientos estereotipados que el niño "siente la necesidad irresistible de realizar", según ha explicado la neuróloga infantil Tamara Pablos, del Hospital Quirónsalud de A Coruña.

La concentración

Cuando el niño está concentrado en una tarea específica, sobre todo, que requiera mucha atención, de repente desaparece. Y en cuanto te diriges a él, vuelve. Además, se intensifican cuando el niño está cansado o estresado. Su forma de manifestarse es tan variada como curiosa y obedecen a tres criterios diferentes. Te los contamos.

Tres tipos

- Tics motores o fonológicos. Los primeros están producidos por movimientos mientras que los fonológicos son causados por la contracción de la musculatura respiratoria, laríngea o nasal, Pueden ser gritos, gruñidos o sonidos guturales.

- Tics simples o complejos. A veces se producen sacudidas de un solo grupo muscular, fundamentalmente de zonas superiores del cuerpo, en las que se aclaran la garganta y tosen. En cambio, en los casos más complejos intervienen varios grupos musculares que conlleva movimientos más elaborados y enlazados. Pueden ser sacudidas, saltos, palabras malsonantes, agacharse y dar vueltas.

- Tics pasajeros o crónicos. Los primeros duran entre un mes y un año, y se consideran crónicos en función de si se prolongan durante más tiempo.

¿Qué hacer?

Además de consultar con un médico para un abordaje multidisciplinar, aquí van una serie de consejos para manejar estas situaciones sin causar preocupación en el menor:

- Debe evitar llamar la atención al niño para que controle o termine con los tics, ya que en la mayoría de los casos no son conscientes de ellos.

- Si el niño se da cuenta de que los tiene, resulta de ayuda hacerle preguntas directas acerca de si estos le ocasionan problemas físicos, como dolores de cabeza o de cuello o bien emocionales, como preocupación o sensación de vergüenza por ellos.

- También puede ser de gran utilidad las técnicas simples de relajación, como ejercicios de respiración o jugar a oscurecer la habitación y contar un pequeño cuento de dos o tres minutos, ampliando el tiempo poco a poco.

- Llevar una vida sana y activa: comer bien, dormir lo suficiente y realizar actividades físicas.

Evitar los videojuegos o juegos de computadora agresivos o excitantes. En muchos niños, aumentan al jugar con estos.

- Si los tics resultan incómodos se puede inducir al niño a desarrollar estrategias de sustitución de los mismos.