"¿Qué... sacando unas entraditas para el circo?", "¿Tienes petróleo en la nariz?" o "¡Vas a hacerte unos agujeros más grandes que tu cabeza!". Más de un padre ha utilizado alguna de estas frases para llamar la atención a su hijo, pillado "in franganti" mientras trataba de sacarse con todo el ahínco del mundo un moco de su nariz. Pero una vez en su dedo, llega lo peor: lo mira, lo acerca peligrosamente a sus labios y... ¡Ñam ñan! Directito a la boca. Más ancho que largo se queda el niño tras saborear su moco.

A veces lo disimulan: miran hacia arriba, se esconden -por aquello de que si yo no veo a papá, papá no me ve a mí- o tratan de hacerlo donde nadie les ve (o eso creen ellos). Otras veces, en cambio, lo hacen a lo descarado, sobre todo, si son pequeños y no tienen aún perjuicios sociales de ningún tipo.

Una niña estornuda. Pexels

¿Es malo, bueno o intrascendente?

Cuando reñimos a nuestros hijos por meterse la mano en la nariz y encima comerse un moco, lo hacemos más por motivos sociales y normas básicas de convivencia que por su propia salud. Porque no, no es malo comerse los mocos. De hecho han tenido mucho eco estudios como los del médico astruiaco Friedrich Bischinger que afirmó que ingerir mocos "es sano" por las bacterias que contienen. Serían una especie de "vacuna natural" que echa un cable al sistema inmunitario del niño para reforzarse y prepararse contra esas mismas bacterias ante un más que probable catarro.

Tiene nombre: mucofagia

¿Sabías que el acto de comerse los mocos tiene nombre? Se llama mucofagia y hay estudios que avalan que el hábito se retrotrae a nuestros antepasados simios. No es difícil encontrar a los monos en el zoológico haciéndolo.

Reconócelo: tú también lo has hecho

Los adultos reprochan este tipo de actitud a los niños peeeero... ¿acaso tú no lo has hecho también? La de veces que has parado en un semáforo, has mirado hacia el otro carril y has pillado a un hombre hecho y derecho -o mujer- esperando al verde con su dedito dentro de la fosa nasal en busca del tesoro. Un tesoro que, reconozcámoslo, muchas veces acaba en la boca.

¿Son los aspiradores nasales buenos para los niños?

Los aspiradores nasales como las perillas de goma absorben la mucosidad de las fosas nasales. Para niños más mayores puede ser una buena solución para poder retirar la mucosa, pero según la Sociedad de Pediatría para los bebés el uso de aspiradores nasales no está recomendado, ya que puede generar gran incomodidad por la fuerza de la succión.