La vivienda familiar de Adolfo Suárez en Ávila, reconvertida en hotel, es la estrella de los hoteles boutique de Diego Ortega, presidente del grupo Fontecruz, que impulsa junto a su padre y su hermano establecimientos turísticos de lujo en ciudades declaradas Patrimonio de la Humanidad. "Nuestra filosofía se centra en ofrecer encanto gracias a nuestros edificios singulares, con historia, sin descuidar el valor cultural de las ciudades por las que apostamos, explica Ortega, decidido a continuar esta aventura, sin prisa pero sin pausa, en Málaga, Barcelona y Oporto.

La familia Ortega también ha logrado implantar su idea hotelera en Toledo con la casa en la que se refugiaba la emperatriz Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III, cuando se cansaba de la lluvia y del rancio boato de la corte de París. Se trata de un palacio renacentista avalado por la garantía de lujo de la cadena Marriot. "Ella fue una de las primeras mujeres que apostaron por la moda pret à porter, una especie de Jacqueline Kennedy de la época", relata el presidente de Fontecruz para argumentar por qué este hotel, enclavado en el centro histórico, está dedicado a la moda y en especial a Charles Federick Worth, su modisto de cabecera, quien le diseñó su guardarropa siendo imitado por todas las mujeres del momento. "Era una especie de influencer" a la que copiaban las burguesas, recuerda Diego Ortega que, sin embargo, se niega ahora a recibir a las instagramers en la azotea del histórico hotel que tienen en Sevilla.

Inaugurado en 2013, en el barrio de Santa Cruz, el edificio ocupa otro palacio del siglo XVI, uno de los patios del Palacio Arzobispal, donde se formaban los Seises, niños que aún hoy cantan composiciones religiosas durante la Semana Santa sevillana. La azotea de los Seises es disputada por todo tipo de influencers que quieren obtener su mejor foto en este emplazamiento con privilegiadas vistas a la catedral y a la Giralda.

Cuatro años antes de la apertura de los Seises, la familia puso sus ojos en Lisboa para lanzar otro hotel. La parcela en la que se erige el Fontecruz Lisboa se había convertido en el lugar de cobijo de los mendigos de la ciudad. "Nos gusta reconstruir el patrimonio abandonado y eso es lo que hicimos aquí", continúa, convencido de que los turistas aprecian cada vez más la calidez y el gusto de los establecimientos que ofrecen historia y alma.

Todos los hoteles están marcados con la categoría de lujo, pero es la Casa del Presidente la que mejores recuerdos trae a Diego, quien pasó su juventud en esa vivienda cuyo jardín está acotado por parte de la Muralla de Ávila. Allí fue donde Adolfo Suárez recibió a Santiago Carrillo tras volver a España del exilio, disfrazado con una peluca, para poner en marcha la legalización del Partido Comunista. Entre las paredes de este hotel, de 10 cálidas y exclusivas suites, se pusieron las bases de la Transición española y se redactaron innumerables borradores de la Constitución con la presencia entre otros de Manuel Fraga y Fernando Abril Martorell. "La casa está llena de historia", enfatiza Diego. "Hay hasta un pasadizo secreto que partía del despacho de Suárez para dar a la calle en caso de tener que escapar y que ahora hemos convertido en la recepción del hotel", continúa.

"Hay que perder el miedo a entrar a un hotel de lujo a comer o a tomarse una copa", anima Diego Ortega, quien cuida con esmero la gastronomía de sus hoteles boutique. En la Casa del Presidente tenemos siempre huevos frescos para preparar tortilla francesa y café recién hecho, casi los únicos alimentos que ingería Adolfo Suárez. En Toledo han apostado por los mazapanes, en Lisboa te hacen el desayuno delante de ti y lo mismo sucede en Sevilla, donde además de servir molletes de Dos Hermanas, convocan concursos de grafiti y han organizado un 'speak easy' inspirado en los bares clandestinos de la época de la Ley Seca en Estados Unidos. Para que te sirvan una copa hay que dar una contraseña como hacían los norteamericanos en los años 30.