El bullicio que caracteriza a Toro fue acallado ayer por el silencio de unas calles prácticamente vacías, por las que transitaban escasos vecinos que abandonaron sus hogares por un corto espacio de tiempo para adquirir el periódico, pan y otros productos en pequeños comercios o medicamentos en la farmacia de guardia y dar pequeños paseos con sus mascotas. Conscientes de que la decisión del Gobierno de decretar el estado de alarma conlleva la imposición de una serie de obligaciones con las que se pretende frenar el avance del coronavirus y reducir el riesgo de contagio los toresanos permanecieron, salvo excepciones, en sus hogares para contribuir al llamamiento a la responsabilidad colectiva.

A pesar de las medidas restrictivas decretadas sobre la libre circulación, vecinos con niños pasearon por el camino del cementerio y otros de avanzada edad se acercaron a una céntrica plaza para sentarse en sus bancos e incluso toresanos que salieron a realizar compras llamaron la atención a usuarios de un centro residencial para que regresaran a las instalaciones y se confinaran en su interior. En la Plaza Mayor o en la calle Corredera, centros neurálgicos de la actividad comercial de la ciudad contados negocios permanecían abiertos para dispensar pan y otros alimentos básicos, e incluso en uno de ellos fueron retiradas las mesas y sillas, con el objetivo de evitar que los clientes pudieran sentarse a tomar un café. En negocios de alimentación que ayer permanecían abiertos los clientes esperaron su turno en la calle para evitar aglomeraciones en su interior y reducir el riesgo de contagio por coronavirus.

En las vías que durante los días laborales registran más intensidad de tráfico, tales como la travesía de la N-122, la circulación de vehículos también fue escasa, a lo que contribuyó que muchos toresanos no tuvieran que desplazarse a sus puestos de trabajo en empresas de agroalimentación y otros sectores que desarrollan su actividad en la ciudad y en otros pueblos cercanos.

Aunque la inmensa mayoría de vecinos cumplieron las normas y recomendaciones y permanecieron aislados en el interior de sus hogares, efectivos de la Guardia Civil de Toro recorrieron ayer las calles de la ciudad para comprobar que negocios como los hosteleros y de restauración permanecían cerrados e informar a aquellos toresanos que les plantearon dudas sobre las obligaciones asociadas a la declaración del estado de alarma. Incluso, toresanos que se encontraron con los agentes se adelantaron a posibles preguntas y comunicaron que su presencia en la calle se debía a la necesidad de comprar alimentos básicos. En este sentido, hay que recordar que aquellos que incumplan las normas podrán ser sancionados durante el período en el que se mantenga el estado de alarma. De otro lado la agrupación de Protección Civil ha anunciado en un comunicado que sus voluntarios se ponen a disposición de los toresanos para atender sus necesidades, en el marco de sus competencias. Así, recuerda que su reglamento establece que la finalidad del colectivo es garantizar la protección de las personas y de sus bienes en caso de grave riesgo, catástrofe o calamidad pública, mediante actividades que contribuyan a reducir sus efectos y reparar daños.