Preocupa y mucho el deterioro del Teatro Latorre de Toro porque no solo precisa una rehabilitación integral, sino porque también requiere modernizar los equipos de iluminación o sonido para adaptarse a las exigencias actuales de los espectáculos que se representan sobre su escenario. El alcalde, Tomás del Bien, reconoció que la situación del Teatro, en cuanto a su estado de conservación "cada vez es peor", aunque para poder llevar a cabo las mejoras que precisa el histórico edificio, catalogado como Bien de Interés Cultural, el Ayuntamiento tendrá que resolver un problema enquistado desde hace años y alcanzar un acuerdo definitivo sobre su propiedad con la Fundación Fundos. Recordó el alcalde que la propiedad del Latorre pertenece, a partes iguales, al Ayuntamiento y a la citada Fundación y, aunque responsables de ambas entidades han mantenido diversas reuniones para intentar acercar posturas, por el momento no ha sido posible cerrar un acuerdo definitivo. En este punto, Del Bien precisó que "mantenemos varias líneas de trabajo abiertas", aunque en principio la única solución que parece viable es que el Ayuntamiento formalice una oferta para adquirir el 50% del edificio, oferta que sería valorada por el patronato de la Fundación.

Por su parte, el director general de Fundos, José María Viejo, reconoció que, en el caso de que el Ayuntamiento de Toro presente finalmente una oferta de compra por la mitad del Teatro Latorre, "haríamos el máximo esfuerzo y estamos dispuestos a llegar a la mejor solución posible en beneficio de los ciudadanos", aunque también matizó que la Fundación "no puede enajenar patrimonio por debajo de su valor". Recordó Viejo que Fundos "heredó" de la Obra Social de la desaparecida Caja Provincial de Ahorros de Zamora la propiedad de la mitad del edificio, cuya implicación fue clave para evitar su desaparición. Además, apuntó que desde hace tres décadas, el Latorre está cedido al Ayuntamiento que, aunque ha tenido que asumir en un elevado porcentaje los gastos de personal, suministros, conservación, programación o difusión de los espectáculos, los ingresos que se generan revierten en las arcas municipales.

Por otra parte, el director general de Fundos subrayó que la Fundación "no pretende lucrarse" con la posible enajenación de la mitad del Teatro Latorre y, de hecho, reconoció que en el caso de que se materialice la operación, "no tendríamos inconveniente en destinar el dinero de la venta a actividades en el territorio". Confía Viejo en que, en breve, ambas partes puedan alcanzar un acuerdo definitivo y que el Teatro Latorre pueda ser objeto de una restauración integral, que permita conservar uno de los emblemas de la ciudad.

El Teatro Latorre fue reinaugurado en abril de 1989 tras salvarse "in extremis" de una demolición, gracias a la intervención del historiador José Navarro Talegón. La construcción del Teatro, de estilo isabelino, finalizó en 1846 y fue incluido en un conjunto de arquitectura lúdica, promovido por el hospital General de Nuestra Señora de las Angustias, y del que también forman parte la plaza de toros y el liceo-salón de bailes. En 1861, el Latorre pasó a manos privadas y funcionó como teatro y cine hasta el año 1973. Tras su cierre, el interés de un constructor por edificar un bloque de viviendas en el solar en el que se enclava el Teatro y otros "detalles" alertaron a Navarro Talegón sobre la posible demolición del inmueble. Durante una cena que sirvió para clausurar un homenaje al director de orquesta, Jesús López Cobos, uno de los invitados confirmó a Navarro Talegón que el edificio sería demolido y, antes de que concluyera la cena, el historiador abandonó el restaurante y se dirigió al domicilio del juez Perfecto Andrés, a quien logró convencer sobre el daño que la demolición del Latorre ocasionaría al patrimonio toresano. El juez dictó una providencia con la que se dirigió al cuartel de la Guardia Civil e instó a los agentes a personarse en el Teatro al día siguiente a primera hora, lo que evitó su desaparición, ya que las máquinas estaban preparadas para destruirlo.

En aquella época, Navarro Talegón asesoraba a la Caja Provincial de Ahorros de Zamora y consiguió implicar a la entidad en la compra del Teatro para evitar su desaparición, gracias a la sensibilidad del responsable de su Obra Social, Antonio Redoli. Una vez logrado el objetivo de evitar la demolición, surgió otro problema: encontrar fondos para rehabilitar el inmueble. Alejandro Sevillano, más conocido como "Jalo", que entonces ocupaba el cargo de Director General de Cultura en Castilla y León, avaló que el Latorre fuera incluido en un plan de recuperación de Teatros y la Junta acometió su restauración.