Paco Villar fue un fiel seguidor de Agustín durante toda la carrera deportiva de su hijo, el que fuera gran jugador del Valladolid, Guijuelo y Zamora. Compartimos juntos muchos entrenamientos en el Ruta de la Plata porque no se perdía ni uno mientras el gran centrocampista vistió la camiseta rojiblanca. Era además un verdadero "tragamillas" de la carretera y no sólo para desplazarse desde Peleagonzalo al Ruta de la Plata sino también para seguir a su hijo a prácticamente todos los desplazamientos que realizaban sus equipos. Un hombre tan adaptado al volante ha encontrado la muerte en la carretera por la que tantos cientos o miles de veces había pasado. Paradojas de la vida.

Pero en este momento tan duro para los que apreciábamos a este gran hombre, quiero resaltar por encima de todas sus virtudes, la de padre, la de padre modélico de un deportista. Paco no se perdió ningún momento en la carrera deportiva de su hijo Agustín, pero siempre supo comportarse como debía por muy duras que fueran las críticas hacia su hijo, por muy injusto que fuera con él el entrenador de turno o por muchas veces que el árbitro le pitase en contra. Todo un ejemplo que hoy en día tiene un mayor significado cuando muchos padres de deportistas suelen ser tristes protagonistas ante sus hijos y ante la sociedad.