El pistacho se ha posicionado en pocos años entre los cultivos más prósperos de Castilla y León, hasta el punto de que ha conseguido impulsar en los últimos cinco años en casi un 62 por ciento la producción de frutos secos en la Comunidad. Los campos autonómicos ocupaban en 2013 un total de 2.362 hectáreas con este tipo de cultivos -pistacho, nogal, castaño, almendro y avellano-, una cifra que el año pasado alcanzó las 3.810 hectáreas, según datos publicados por el Ministerio de Agricultura y Ganadería.

En la provincia de Zamora, una de las zonas de cultivo de pistacho más importantes, sino la que más, es aquella que conforman las explotaciones toresanas de la cooperativa Naturduero. Esta cooperativa agraria nació hace año y medio con la intención de sacar rendimiento a un cultivo emergente y que cada vez cuenta con más hectáreas en nuestra región. Actualmente, la organización está construyendo una planta procesadora en una parcela de Valdefinjas, que se prevé que sea inaugurada para finales del presente mes o durante las primeras semanas de agosto. Una gran parte de sus socios no tienen producción todavía, ya que el proceso obliga a una inversión de unos años antes de comenzar a cosechar el fruto seco. La sociedad de agricultores tiene una producción anual de 2.000 kilos, que se incrementará notablemente cuando las 300 hectáreas, que actualmente se dedican al cultivo del pistacho en Toro, estén a pleno rendimiento.

En la siembra y producción de pistacho hay una cuestión clave: se trata de un cultivo lento. Es decir, desde que las explotaciones echan a andar, hasta que los árboles comienzan a dar frutos transcurre una media de 5-6 años, periodo que requiere de un gran proceso de inversión previo y, por supuesto, paciencia.

En cuanto a la cuestión ecológica, destacar que las explotaciones ecológicas de pistacho producen menos que las que utilizan elementos químicos en su desarrollo, como los fungicidas utilizados para combatir las plagas de hongos, pero su precio de mercado compensa ese déficit de producción. En cuanto a la climatología, el aspecto más destacable del pistacho es su capacidad para aguantar periodos de poca agua o semisequía.

Por otra parte, es un cultivo que requiere temperaturas frías en invierno (al menos 1.500 horas al año) y todavía más calor (3.000 horas en verano), exigencia que se está cumpliendo a duras penas con la meteorología, lluviosa o de temperaturas moderadas, que está protagonizando el presente verano. De no alcanzar estos requisitos, se corre el riesgo de que el fruto no llene su cáscara al completo, de forma que aparezca cerrado; aspecto a evitar, ya que los precios pueden mermar hasta en 3 euros en caso de los frutos que no han conseguido abrir.