«Si todas las astillas de la cruz en la que Cristo fue crucificado que hay repartidas por el mundo fueran auténticas, la cruz llegaría de Jerusalén hasta Toro». Esto no lo dice una persona que no profesa la religión católica, lo dicen los responsables de las propias parroquias de la ciudad, aunque coinciden con Calvino, que fue posiblemente el primero que hizo esta especulación, diciendo que si se juntaran llenarían un barco. Sin embargo, precisamente, el Lignum Crucis -relicario que alberga las astillas del madero sagrado- que hay en Toro acoge una de las tres únicas reliquias, de entre los cientos que existen en la ciudad, que cuenta con la Auténtica de Roma. Otra de las que cuenta con el «certificado de garantía» es el trocito de hueso de San Pedro Apóstol que alberga la iglesia de San Julián de los Caballeros y la otra se encuentra en la Colegiata.

Lo cierto es que el trasiego y el mercadeo de reliquias sacras ha dado para mucho a lo largo de la historia y en España, gracias a la periodista Nieves Concostrina, el tema ha llegado, incluso, a generar una legión se seguidores. Dice esta profesional, cuyos microespacios radiofónicos en RNE se han concretado en el libro«Polvo Eres. Peripecias y extravagancias de algunos cadáveres inquietos», que ya va por su segunda edición, que, aunque según el martirologio existen 7.000 santos, las reliquias dispersas por el mundo darían para componer 23.507 cuerpos. Sin ir más lejos, la Colegiata alberga uno de los tres cráneos que se asegura existen en el mundo de San Valentín -otro lo acoge la iglesia de San Antón de Madrid y otro la de Santa María de Roma-. La reliquia toresana no cuenta con el certificado de autenticidad y, sin embargo, un simple comunicado de prensa emitido por el obispado de Zamora pocos días antes de la festividad del santo, el 14 de febrero, recordando la existencia de la reliquia, consiguió despertar la atención de los medios de comunicación provinciales e hizo que el templo se abarrotase de fieles durante la misa, pese a coincidir con el Domingo Gordo de Carnaval. Es decir, consiguió el objetivo que la Iglesia pretende manteniendo la tradición de las reliquias, aunque no en todos los casos: que estos fragmentos sacros sean un canal para la fe «y no se los quede El Corte Inglés». «La Iglesia lo que viene a decir que este tema viene de atrás, que está ahí, que hay que tenerlo en cuenta, pero que no son un fin en sí mismo, es decir, las reliquias y los santos son válidos en la medida en que nos ayuda a acercanos más a Jesucristo, que es el modelo, entonces, en tanto en cuanto nos ayuden para eso son válidas, si no, se convierten en un obstáculo, es decir, ahí está la reliquia o el santo y de ahí no se es capaz de pasar o no estamos dispuestos a pasar, y eso no es bueno», afirman fuentes parroquiales y corrobora el obispo de Zamora, Gregorio Martínez, quien incide en que las reliquias «tienen el sentido de que nos recuerdan a los santos de quienes proceden y los santos nos recuerdan la vida cristiana; son la intercesión ante Dios, son mediaciones, no tienen que dársele más importancia, ni menos tampoco».

Además, de la mencionada, la de Santa Cecilia, que se encuentra en el convento de las Madres Mercedarias y siendo como es patrona de los músicos, es también muy festejada en Toro, una localidad de gran tradición musical. Tampoco cuenta con la Autenticidad de Roma, y lo mismo ocurre con otras de las más veneradas en la ciudad, como es el caso del Lignum Crucis, que se da a besar a los fieles en la festividad del Cristo de las Batallas en la ermita de Santa María de la Vega. La astilla que guarda fue encontrada en la base del relicario hace unos años cuando fue restaurado. Según corroboran los párrocos de la localidad, además de éstas, las que cuentan con más seguidores son la de San Blas, San Tirso, San Antonio de Padua y San Antón o Antonio Abad, cuya veneración en todos los casos se encuentra ligada a una fiesta, con sus correspondientes rituales. La de San Blas, santo que dicen salvó a un niño de morir ahogado al tragarse una espina, se encuentra en La Trinidad y son numerosas las personas que acuden a besarla y a que les bendigas las «paciencias» el día 3 de febrero. En la misma iglesia se encuentra la de San Antón, protector de los animales, junto a otro relicario del siglo XVII que recoge más de una treintena de diversos santos con San Pedro o San Bartolomé, así como la de Santo Tirso, abogado de los dolores de piernas que murió mártir cuando le serraron a pedazos, aunque lo cierto es que en Toro hay dos reliquias del susodicho, la otra se encuentra en San Julián, y es que, ya lo dice el dicho: «A San Tirso de arriba, los señores, a San Tirso de Abajo, los labradores». También es muy venerada la reliquia de San Antonio de Padua, el santo del los matrimonios, a quien se rinde homenaje todos los martes en la iglesia de Santo Tomás, celebrando el pan de los pobres.

Sin gozar ya de tanta veneración existen otras como la de San Sebastián y Santa Lucía, en la iglesia de Santo Tomás. En la Colegiata hay también otra de Santa Lucía y está expuesto al público un busto relicario de Santa Teresa que, según los párrocos, «tiene visos de ser un hueso real porque el busto está hecho solo 45 años después de su muerte», además, está pendiente de ser restaurado un relicario con fragmentos de huesos de otros doce santos. En la iglesia de San Juan Bautista, de Tagarabuena, se encuentra un fragmento de la estola, las babuchas y la mitra o bonete del estigmatizado San Pío y aseguran que había más, pero fueron expoliadas por los franceses durante la invasión. Las Madres Carmelitas atesoran en su convento un dedo de San Juan de la Cruz y un fragmento de hueso de Santa Teresa, además de sus cartas autógrafas. Las hermanas Dominicas del Sancti Spíritus poseen reliquias de Santa Rosa, del fundador de la Orden, Santo Domingo y otros muchos más. Otros conventos como el de las Madres Clarisas o el de las Sofías también cuentan con testimonios sacros de esta índole.

«Si las reliquias acaban convirtiéndose en una superstición, sobran», afirman los párrocos toresanos, aunque creen que en la ciudad « ese peligro no existe, porque no hay una adoración exagerada hacia ninguna de ellas». Es verdad, prosiguen, que «cuando se celebra el día de la fiesta de alguno de estos santos a quienes pertenecen las reliquias, la gente se desplaza a celebrar su fiesta, con la eucaristía, no lo olvidemos, que es el acto central, y , siempre hay un porcentaje de fieles que se acerca a venerarla, pero hay otro porcentaje importante que no lo hace y, además, lo dice: si es que yo no necesito venerar la reliquia, si yo lo que vengo es a dar gracias a Dios y a pedirle, a través de la fiesta y de ese santo, que me ayude en la situación que sea».

Reconocen que el «sentido actual» de estos vestigios sacros en el apego a las tradiciones y que hay personas «que se acerca a estas reliquias algunas veces con un sentido cuasi mágico, que hay que intentar corregir». « En San Blas, tuvimos que decirle a una persona que la reliquia no le iba a curar la garganta, que, en todo caso, la cura Jesucristo, que es el único que tiene capacidad para ello, el santo no es más que un intercesor, y no tiene sentido besar la reliquia de San Blas con mucha fe y no tener la fe en quien hay que tenerla, que es en Jesucristo, ni formar parte de la vida de la Iglesia, porque creer en los santos de esa manera es como creer en la magia, es decir, me tocan con la varita y me arreglan el ojo o el pie», comentan. Desde la doctrina de la Iglesia, para hablar de las reliquias hay que hablar de los santos. La Iglesia los propone «como aquellas personas que han sido fieles a la llamada y al seguimiento de Cristo y por eso proclama que su seguimiento ha sido ejemplar», explican, pero puntualizan que «venerar una reliquia o un santo no supone darle culto a ese santo como si fuera él un dios, sino que hay que acercarnos a él para que, con su ayuda a intercesión, consigamos, en definitiva, lo mismo que ellos consiguieron».

Es por ello que la Iglesia Católica viene llevando a cabo en los últimos años , tal y como afirman, «una purificación» en este asunto, hasta el punto de que han sido retiradas de la veneración algunas reliquias de las que se conocía su origen fraudulento o «cuando se ha visto que estaba rodeada de superstición». También «hay que hacer un esfuerzo», subrayan, « para educar a nuestras gentes y que sepan que no se tienen que quedar en lo del beso, es decir, que si tengo malas las piernas, porque venga a besar la reliquia el día de san Tirso, no se me van a curar». En Toro, son conscientes de que las reliquias «han tenido mucho predicamento» y señalan, «no es para potenciarlo ni tampoco para que se pierda, es algo que está ahí, que se está intentando purificar, sobre todo a través de las homilías del día de las fiestas, intentando que la gente descubra cuál es su sentido».