De oficio, imaginero

Higinio Vázquez, el escultor discreto

El artista de El Pego ha trabajado la madera, la piedra, el mármol o el hormigón: sus aportaciones a la Semana Santa lo devolvieron a la tierra que le vio nacer

Higinio Vázquez ante la maqueta de uno de sus pasos

Higinio Vázquez ante la maqueta de uno de sus pasos / Jose Luis Fernández

Pertenece a la afamada escuela de San Ildefonso y se formó después en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Pese a una laureada carrera que incluye la decoración de la Universidad Autónoma de Madrid, así como numerosas esculturas religiosas, el carácter discreto de Higinio Vázquez (El Pego, 1930) quizá haya influido para que su nombre no goce de la popularidad que otros coetáneos suyos. Escultor en el sentido literal de la palabra, sus herramientas han sido el cincel cuando trataba la piedra o el mármol, la gubia cuando había que tallar madera o la paleta y el punzón si se trataba de moldear el barro. Innovador en los materiales, como el uso del hormigón, aportará una nueva dimensión al aplicarlo en diálogo con la arquitectura. Su obra, repartida por toda España, está representada en la Semana Santa de Zamora con la Coronación de Espinas, realizada hace un cuarto de siglo para la Vera Cruz y la Virgen de la Alegría para la Resurrección. Con ellas ha conseguido, al fin, ser profeta en la tierra que lo vio nacer.