“Que sea por ellos, que están viviendo una tragedia y han tenido que dejar su país, a sus familias y sus gentes”. Rufo Martínez de Paz pronunciaba ante la capilla del Cristo de las Injurias de la Catedral estas palabras de solidaridad con el pueblo ucraniano que "sufre el horror de la guerra".
Así comenzó el acto de bienvenida a un grupo de hermanos de la Real Hermandad del Santísimo Cristo de las Injurias reunidos ayer en la seo zamorana.
El pequeño discurso, en presencia también de un grupo de ciudadanos de Ucrania, sirvió para dar inicio al descendimiento de la talla del siglo XVI en este 9 de abril, acto en el que participan los cargadores de la imagen.
Con sumo mimo, el grupo de hermanos, ayudados de un ingenio técnico de poleas y sogas, amarran la imagen, una de las más destacadas y veneradas de la Semana Santa de Zamora, para bajarla a ras de suelo y colocarla sobre una estructura de madera.
Una limpieza cuidadosa de la escultura precede al levantamiento a pulso de la gran imagen, que sobrecoge al observarla tumbada sobre el armazón por su gran tamaño, mayor al natural, de dos metros.
La obra maestra anónima, que podría atribuirse a Gaspar Becerra, a Jacobo Florentino y Diego de Siloe, según apunta la propia Cofradía en su página web, no deja indiferente a nadie que acuda a este rito que se sucede cada Sábado de Pasión.
El crucificado dejaba su altar de la capilla que ocupa en la Catedral de Zamora para pasar a la mesa en la que procesionará el Miércoles Santo tras el juramento del silencio de los zamoranos para venerarle a su paso por las calles de la ciudad.
El hermano de la Cofradía Juan Emilio Antón, por fin, realizará esa promesa para la que fue designado en el año 2019 y que no ha podido ser por la irrupción de la pandemia del COVID.
