Antonio Rodríguez Rodríguez trabaja en San Vicente y observa todo los días la imagen de Nuestra Madre de las Angustias, “mi devoción mariana de la Semana Santa”. No es extraño, pues, que el pregón de la Cofradía de Nuestra Madre de las Angustias, una de las pocas proclamas que se mantienen en la Semana Santa de este año, sino la única, estuviera enfocado a enseñar a mirar la imagen con la mirada del devoto que se conoce todos los detalles. “Fuera de la Semana Santa tengo mucho cariño a la Virgen de la Concha y otras imágenes, pero en torno a la Semana Santa para mi Nuestra Madre es mi Virgen, es esa devoción que llevamos grabada desde niño lo que significa Nuestra Madre”.

Cuando en encargaron el pregón, me sentí un poco desbordado por la responsabilidad y repasando lo que se había hecho otros años comprobé que se habían dicho ya grandes cosas. Me planteé entonces, qué hilo conductor podía elegir para mi pregón. Me llevó dos o tres días, pero la idea se me ocurrió abriendo un día la iglesia, al encender la luz de la capilla, me quedé mirando la Virgen y dije, mi pregón va a ser mirar a la imagen de la Virgen, invitar a la gente a una contemplación de la imagen. El pregón se basa en esta observación de la imagen, en cinco elementos visibles de la imagen, como la corona o la cara y qué enseñanza nos puede estar dejando la Virgen María para hoy, el siglo XXI”.

Un pregón, el de Antonio, en un año de restricciones, muy atípico. “Lo vivo con esperanza, el año pasado se tuvo que suspender la Semana Santa, que fue doloroso para todos pero era lo que tocaba por responsabilidad y prudencia para conservar la vida de los demás. Pero este año yo lo estoy viviendo con esperanza. Porque no habrá procesiones, pero sí Semana Santa. Cumpliendo estrictamente las medidas sanitarias, pero todo lo que se pueda hacer será una esperanza, buscar un futuro mejor, encontrarnos a distancia junto a nuestras imágenes, aunque tenga que ser con un banco de por medio. Es una luz de esperanza que se empieza ya a ver al final del túnel y que podemos ir caminando con cierto optimismo, aunque no como nos gustaría, pero sí pudiendo hacer cosas”.

Y es que, razona, la ciencia y la técnica están avanzadísimas “pero los creyentes también pensamos que la vida, el futuro y la historia está también en manos de Dios. Esa fe no es que nos haya vivir mejor que el resto, pero sí apreciar la vida con otra mirada, con las gafas de la fe”.