La Semana Santa propiamente dicha ha arrancado esta mañana con el primero de los actos organizados por la diócesis, la procesión de palmas, a la que, como de costumbre, han acudido los representantes de todas las cofradías, además de autoridades y un nutrido grupo de fieles. Este año la novedad ha residido en el templo de salida, ya que tradicionalmente venía siendo el Convento del Tránsito, mientras que este año se ha optado por San Ildefonso. La razón oficial del cambio es que se trataba de un templo más amplio para celebrar el acto de la bendición de palmas.

La bendición de palmas se ha iniciado a las diez de la mañana en la iglesia de San Ildefonso y a continuación los congregados han partido en procesión hasta la Catedral donde ha tenido lugar la misa presidida por el obispo diocesano, Gregorio Martínez Sacristán, con presencia de los directivos de las cofradías, autoridades civiles y los muchos fieles que llenaban el templo.

En su homilía, el prelado zamorano, tras saludar a los presentes, hizo una presentación del significado de la Semana Santa que "recuerda, evoca, actualiza el misterio que conserva en su interior y que afecta a un hombre, Jesús de Nazaret, hijo de Dios que murió y se entregó por nosotros". El obispo apuntó que ése es el Misterio Pascual, el centro de la fe cristiana que celebra la entrega, la pasión, la muerte y la resurrección del Señor. Martínez Sacristán indicó que "por la fe recordamos y por la fe celebramos el Misterio, el hecho", que eso es lo fundamental de la Semana Santa y que después, legítimamente, se han añadido otros elementos que solo tienen sentido conectados al hecho histórico de la Pasión de Cristo.

Lo principal de estos días es reconocer que "alguien dio la vida por nosotros, nos amó, y se entregó por nosotros" afirmó el obispo. Solo abriendo el corazón se podrá experimentar esta verdad de salvación y de liberación, tan necesitada por todos porque "todos tenemos pecados". Añadió también que en el espíritu de la Semana Santa habita con fuerza el perdón, por eso los que riñen están en contra de la fe que profesan.

El obispo animó a los presentes a salir a la calle "porque esta verdad no se ha de quedar en los templos ni en el corazón", reivindicando que históricamente en Zamora la Semana Santa ha expresado en sus calles la fe y que estas son de los ciudadanos zamoranos, no de quienes los gobiernan. En los espacios públicos, que son de todos, los católicos pueden y deben mostrar sus símbolos, sus procesiones, que son admirados por muchos, de dentro y de fuera. Las procesiones "son un legado que tenemos que conservar y trabajar".

Reclamó el prelado que las procesiones no deben convertirse en romerías, aludiendo a algunas prácticas de cofradías, pidiendo que se cuiden los detalles para hacer que la Semana Santa sea austera, verdadera, e inspire silencio, admiración, respeto y devoción. No es simplemente una representación porque es un acto religioso, y "solo será verdadera si sabemos mantenernos en este tronco religioso, que nos ha dado prestigio en el mundo".

El obispo invitó, por último, a que cada procesión sea llevada a las calles con espíritu de fe, con respeto para que todo el mundo sepa disfrutar nuestro patrimonio religioso. La Semana Santa no es una fiesta cualquiera, "es la celebración de Jesucristo, es la celebración de nuestra salvación. ¿Quién no se ha agarrado alguna vez a un crucifijo o a su Santa Madre en algún momento de su vida para buscar esperanza, confianza, perdón?". Animó a que esta Semana Santa sea celebrada en este espíritu religioso, reclamando a los que están implicados en ella y a que sean militantes, comprometidos delante de los demás en su significado más hondo.

Terminó la homilía deseando que la Semana Santa del 2019 salga mejor que la de 2018. "En vuestras manos está", les dijo a los directivos de las cofradías. Se despidió agradeciendo la militancia de los presentes y deseando "que el pueblo de Zamora y sus visitantes se sientan fortalecidos por esto que nos distingue y que desde hace siglos se organiza en la ciudad de Zamora".