Un cuarto de siglo después, el Traslado del Nazareno de San Frontis cumplió el patrón acostumbrado: gentes sencillas que acompañan la imagen del barrio hasta la Catedral, movidos por la fe y la devoción. Las fechas tempranas de esta Semana Santa de Zamora condicionaron el escenario, donde la luz primaveral de hace un año dio paso a una noche casi cerrada, temperaturas agradables salvo el ligero viento que soplaba junto al Duero y mucho público, particularmente, en la segunda parte del recorrido, superado el Puente de Piedra.

El amplio cortejo de devotos -del barrio y del resto de la ciudad- que ayer acompañaron al Mozo refrendó el éxito de aquella reunión celebrada en el Obispado hace 25 años para recuperar un desfile, tal y como ayer contaba en este diario uno de los presentes, Luis Felipe Delgado. El traslado popular de la imagen de San Frontis había dormido durante veinte años debido a la falta de interés de los zamoranos. Ver para creer: anoche el Traslado se erigió de nuevo en la "puerta" de la Semana Santa, como decía Delgado de Castro.

Quizá por ello, el Nazareno adelantó su salida. Porque antes el horario previsto, las esquilas del Barandales comenzaron a sonar y, muy pronto, Jesús del Vía Crucis buscaba su avenida para recorrer, en orden inverso, las Estaciones de la Pasión. Con respecto a la antigua impronta de la procesión popular, se echaron en falta las velas con las que los fieles solían alumbrar el camino del Mozo. También la antigua túnica de lino blanco, renovada precisamente hace un cuarto de siglo para vestir el camino del Calvario de terciopelo morado y bordados de las monjas marinas. Para asemejarse al Jesús del Martes Santo, al Mozo solo le faltaba la mesa ricamente ornada y los faroles de plata con los que regresará en pocos días a su barrio.

Con la presencia testimonial de espectadores en la margen izquierda, los zamoranos se arremolinaban en el acceso al Puente de Piedra. El viaducto estrenó anoche los paños de la provincia con poco éxito, dada la escasa luz que ofrecía la tarde y la obligada ausencia de hermanos de fila en el trazado, por motivos de seguridad.

Al otro lado del Duero, junto a la ciudad antigua, el inicio de la Semana Santa se hizo notar en la cantidad de público que acudió a recibir al Mozo, a estrenar la Pasión, a dar la bienvenida a los días más intensos del año. El buen ambiente de la ciudad en este costado contrastaba con el otro, algo más frío y donde la calma permitía escuchar la bajada de las aguas rumbo a Portugal. Tanto da. El Mozo subió con los suyos el Pizarro para dirigirse a la Catedral como hace un cuarto de siglo, incluso como en la etapa anterior, cuando los zamoranos arropaban al Nazareno en Domingo de Ramos.

Las mejores imágenes del traslado: