Opinión | Escalera hacia el cielo

El Miteco me mima

Teresa Ribera imparte la consigna a los meteorólogos: informar del caos climático sin caer en el colapsismo

La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera

La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera / Fernando Sánchez - Europa Press

No me extraña que cada año queden menos cristianos. Dentro de poco sólo nos confesaremos como tal, el genial Wendell Berry, yo misma y cuatro misioneros rojos de esos que perseveran en ayudar a indígenas y conservacionistas del planeta a defenderse del Gran Satán: el capitalismo extractivista.

Ser cristiano es tremendamente difícil. Ser cristiano es un puto coñazo.

No se puede juzgar, para no ser juzgado. Hay que perdonar hasta setenta veces siete, y amar al prójimo como a uno mismo. A pesar de que hay prójimos que hacen que sea imposible eso de no juzgarlos, perdonarlos, y encima tener que amarlos.

La ministra del Miteco, excelentísima señora Teresa Ribera, sin ir más lejos.

No tengo problema alguno con el ejercicio de la confesión. Hago examen de conciencia y lo reconozco: le tengo tirria a la ministra. Fallo en el acto de contrición, y es que no me arrepiento de tenerle tirria porque no deja de meter la pata. Y así es imposible el propósito de enmienda, no hacerlo más.

Sigo entonando el mea culpa, sé bien que peco de rencorosa. Por norma general tengo buena memoria, pero como ando con bastante jaleo entre beees y más beees, preparar el huerto y ahora obras en casa, voy a señalar la paja en ojo ajeno pero apuntando sólo sus últimas pifias.

Primero fue la ley que, bajo la engañifa del interés general, permite que el Gobierno pueda llegar a expropiar cualquier terreno, sea particular, municipal o comunal, para ponerlo al servicio de Naturgy, Iberdrola and friends y que lo infesten de minas a cielo abierto, o granjas solares igualitas a esa de 400 hectáreas en Damon, Texas, que debería de haber tenido una vida útil de 20 años, pero una fuerte tormenta de granizo, que cada vez se producen con más frecuencia, la ha mandado al carajo.

Después llegaría el ridículo de aquella foto en la que se desplazaba en bici eléctrica por las calles de Valladolid, para asistir a una cumbre de la UE sobre el cambio climático, mientras era escoltada por sus dos flamantes y muy poco ecológicos coches de seguridad.

Más los aviones privados y hoteles de super lujo del séquito MITEquista para asistir a las cumbres anuales de la ONU sobre el clima. Por cierto, la edición de este año, COP29, se celebrará el mes de noviembre en Bakú, la nada sostenible capital de Azerbaiyán, una potencia gasística a nivel mundial.

Y la última ha sido la convocatoria de una rueda de prensa con las estrellas de la meteorología televisiva: Albert Barniol y Jacob Petrus de TVE, Rubén del Campo y Estrella Gutiérrez de la Aemet, Mercedes Martin de A3, Francesc Mauri de Catalunya Radio y Mar Gomez de Eltiempo.es, para impartirles la consigna oficial de como informar a la población sobre el caos climático, sin caer en el colapsismo de la irreversibilidad.

Bajo ningún concepto se puede reconocer ante la ciudadanía que hemos cruzado nuestro Rubicon climático. El año pasado superamos los 1,5 grados de temperatura global del planeta, AntonioTuriel dixit. Ya no hay vuelta atrás. No es posible detener este calentamiento acelerado y la consecuente desestabilización climática que traerá consigo.

Porque la ciudadanía, perdida toda esperanza, podría dejar de comprar la moto del coche eléctrico, tan caro como contaminante, la biomasa y otras energías supuestamente limpias, como los molinillos, el metanol y el hidrógeno verde, el proyecto de planta de biogás alimentada con purines en Junquera de Tera, y hasta la nefanda Agenda 2030, y eso repercutiría negativamente en las cifras macro económicas…

Porque la ciudadanía podría perder también la fe en esas medidas infantiles, buenrollistas, y que sirven de poco, con las que sus dirigentes la vienen adoctrinando. Y podría empezar a pensar que no tiene lógica ninguna ahorrar agua en casa, excepto porque el Gobierno necesita asegurarse de que existen reservas suficientes de agua para la producción industrial y la criptominería.

De hecho, ha sido llegar la Semana Santa y se ha acabado la pertinaz sequía.

Y es que según nuestro Kennedy de la marca Hacendado, España va bien. Porque durante estos días de Pascua cristiana y acuático despiporre nos visitan más de 25 millones de turistas. Y por eso mismo las piscinas de los hoteles están todas llenas. Al tiempo que se sigue mandando a la policía a apalear a los campesinos que piden más agua para poder vivir de su trabajo.

Dice Mateo, 6:14-15: "Perdonad, para ser perdonados", pero es que no soy muy fan de san Mateo. Como buena colapsista, mi evangelista preferido es san Juan, el del Apocalipsis. Así que no importa que el PP y Vox de Castilla y León se hayan disfrazado ahora de mediadores especializados en superar enfrentamientos y sembrar concordias. Teresa Ribera y yo seguimos siendo archienemigas.

A mí el MI-TE-CO no me mi-ma. Ni me la pega.

Suscríbete para seguir leyendo