Buena jera

A vaca muerta, vacuna al rabo

¿Qué están haciendo las diversas administraciones frente a la plaga de la EHE?

Veterinarias hidratando a un toro con EHE (que terminó por morir) en una explotación de Fuentesaúco

Veterinarias hidratando a un toro con EHE (que terminó por morir) en una explotación de Fuentesaúco / Cedida

Luis Miguel de Dios

Luis Miguel de Dios

A este paso, cuando llegue (si llega) la vacuna contra la Enfermedad Hemorrágica Epizoótica (EHE) no quedará una vaca por estos lares. Las que no hayan muerto serán enviadas al matadero o sus dueños se habrán deshecho de ellas porque sus explotaciones ya no serán rentables. El reportaje publicado el pasado viernes en estas páginas es, desgraciadamente, muy revelador y demuestra que el mal, la plaga, alcanza también a las granjas de intensivo, esas que producen la leche que bebemos. Los datos manejados en esa crónica por ganaderos de El Piñero son impactantes, de los que crear perplejidad negativa y desesperación: 27 vacas y diez terneros recién nacidos muertos, cinco abortos de novillas, 66 animales enfermos y un descenso de la producción que alcanza los 1.200 litros de leche diarios. En estas condiciones, ¿qué puede esperarse, además de rabia e impotencia? Sí, sí, impotencia porque, a tenor de sus declaraciones, da la impresión de que están luchando solos contra la terrible EHE. Solos ellos y algunos veterinarios.

Hasta ahora, las diversas administraciones no han aportado nada, según las quejas de la familia que está sufriendo la mortandad y las pérdidas. En este caso, ni siquiera buenas palabras y las habituales, y casi nunca cumplidas promesas ya que les falta información. Aseguran que nadie les dice nada. ¿Una vacuna, un remedio? No existe y parece que tardará en llegar; unos tres años, calculan los expertos. De ahí mi pesimismo inicial: cuando se ponga en marcha el supuesto antídoto, la vaca será un animal de museo, de vídeo, de foto. Retorciendo el refrán podríamos decir "a vaca muerta, cebada al rabo" en vez de "a burro muerto, cebada al rabo". Hay otro adagio popular que también podría aplicarse en esta situación: "a liebre ida, palos en la cama", es decir desesperación y cabreo. Y se puede aplicar porque ese es el estado de ánimo que tiene acobardado al sector ganadero y a muchos pueblos. Si también fallan las explotaciones de vacuno de leche, ¿qué nos queda para mantener la escasa población que aun resiste en el campo y que, pese a los malos avatares, todavía confía en remontar el vuelo o, al menos, vivir de su profesión y su trabajo?

Difícilmente se solventa un problema si no lo conocemos bien. Y parece que, en el caso de la EHE, la ignorancia es casi tan intensa como los escasos esfuerzos oficiales por intentar solucionarla. Insisto: ese es uno de los agravios en boca de los ganaderos afectados que, desde hace meses, echan en falta "un protocolo de actuación, una seguridad

Malos tiempos, muy malos. Y las administraciones mirando al tendido y enzarzadas solamente en amnistías, investiduras, referéndums y luchas por un Poder que no sirve para solucionar (o, al menos, intentarlo) los graves problemas de la gente de a pie. Bien: falló el intento de Feijóo; es probable que llegue el de Sánchez y que tampoco triunfe; volveremos a las urnas; saldrá casi lo mismo; consultas del rey; opiniones encontradas, etcétera, etc. Y mientras tanto, ¿qué les contamos a las vacas, que esperen, que estamos trabajando en ellouu, como decía Aznar, en célebre frase? Y a los ganaderos, que fábulas les narramos? Tal vez habría que comenzar por seguir el mandato de uno de los ganaderos de El Piñero: "Que salgan del despacho, que se pasen por aquí y vean lo que nos está pasando".

No sería, no, mal principio. Difícilmente se solventa un problema si no lo conocemos bien. Y parece que, en el caso de la EHE, la ignorancia es casi tan intensa como los escasos esfuerzos oficiales por intentar solucionarla. Insisto: ese es uno de los agravios en boca de los ganaderos afectados que, desde hace meses, echan en falta "un protocolo de actuación, una seguridad; la realidad es que estamos desamparados por completo; nadie nos dice nada; pregunto, nadie sabe nada; no nos dan ningún tipo de solución ni a la enfermedad ni si vamos a tener una vacuna; o por lo menos ayudarnos a afrontar tantas pérdidas". La frase, larga y densa, resume perfectamente lo que está sucediendo y lo que sienten los perjudicados, que lo expresan de forma muy clara: "Estoy cansado de problemas, de papeleos, estoy cansado de trabajo; esto no es remunerado; llega un momento en el que el cuerpo lo que te pide es pasar a otra cosa". Traducido: te pide dejarlo, abandonar y que los del "despacho" se enteren, por fin, de lo que ocurre y traten de ponerle remedio.

¿Se imaginan que algo similar sucediera en una industria, o en un puerto, o en una barriada de las grandes urbes y de determinados lugares?, ¿se imaginan la postura de las administraciones, sus reuniones, palabras, anuncios? Pero, claro, esto es Zamora y este es el sector agrario, la porca Cenicienta, que solía decir mi madre cuando se enfadaba.

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