Alfonso IX y su tiempo

Carlos Cabañas Vázquez novela en Hasta que llegue la noche, los acontecimientos del rey zamorano que acuñó el parlamentarismo por primera vez en Europa

Portada del libro

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Ángel Fernández Benéitez

Ángel Fernández Benéitez

En mi vida anterior sentía cierta predilección por las novelas históricas entre otros tipos de novelas. Incluso me deslicé por unas cuantas series de los conocidos "Episodios nacionales". No puedo presumir de haber completado su lectura. Caí derrotado ante los carlistas. Pero he de reconocer que he repetido El nombre de la rosa, incluso después de ver la película homónima. Recuerdo que "El Hereje" me gustó especialmente; y la de Néstor Luján, "Decidme: ¿Quién mató al conde?", también, entre las firmadas en español. "Jeromín", la del padre Coloma, me pareció larga. En cambio, disfruté del barroquismo de "Bomarzo" y aún estaba uno en vena cuando lo del culebrón de "AlaTriste". Aquella afición empezó con la de Yourcenar: "Memorias de Adriano", y las de Robert Graves: "Yo, Claudio" y "Claudio, Dios". Más tarde, quizá por saturación, decayó mi interés por la dichosa novela histórica y por la novela en general.

A pesar del adjetivo "histórica", la novela así clasificada es, como cualquier otra, un producto de la imaginación del autor y está sujeta a las fórmulas narrativas del cualquier relato por mínimo que sea como una noticia periodística: el quién, el qué, el dónde, el cuándo, el cómo y el porqué.

Una gran novela histórica en la que a cualquier zamorano lector le gustaría encontrar en esas páginas los rincones de su ciudad y las inmediaciones, y a un lector de ¡Hola! sus cotilleos, las vicisitudes y pormenores de aquellos «reales» individuos

Cuando recibí, por gracia de Carlos Cabañas Vázquez, su primera novela, "Hasta que llegue la noche" (2011), subtitulada "Alfonso IX de León y su tiempo", he de reconocer que me sentía desmotivado para entrar en otra novela histórica, pero me venció la curiosidad. Saber cómo se trataba la figura de aquel rey del callejero.

Conocí o reconocí a Carlos Cabañas una tarde de la última semana de Pasión. Había venido a Zamora para presentar su última novela, "Algún lugar común", y tuvo la deferencia de acercarse a El Solero para entregármela. Nada sabía uno de las labores literarias de Carlos, zamorano con residencia en Cataluña, otro más de los de la diáspora, que como casi todos mantienen lazos sentimentales con la tierra natal, pero "la ciudad se defiende ante nuestra mudanza/ y acuña en tal ausencia una moneda nueva con efigie de olvido"- le recordaba aquella tarde ante un café.

Después de leer "Algún lugar común". llegó por correo "Hasta que llegue la noche", y me sorprendió gratamente. No puedo precisar qué aspectos pertenecen a la ficción, sí, en cambio, los que se basan en la Historia, como el Fuero de Zamora, un texto de 1246, escrito en el dialecto leonés que se hablaba entonces en la ciudad, y con el que se da cabida a representantes burgueses en la Curia que, con el rey Alfonso IX gobernaba el territorio conocido como reino de León y sus respectivas ciudades. Un extraordinario avance sobre el sistema feudal.

La novela se desarrolla en un proceso itinerante, como lo era la Corte por entonces: León, Zamora, Salamanca, Burgos, Santiago de Compostela. Es uno de esos cortesanos leales, Pedro Arias, precisamente el que toma la palabra y se convierte en narrador de tal modo que actúa como testigo y notario de los acontecimientos. La línea que separa la crónica y la ficción es sutil, como ocurre en las buenas novelas históricas.

Los modos permanecen, las modas cambian. La moda de la novela histórica de extenso recorrido parece haber sido sustituida por la moda de la novela-documento, pero eso, ¡bah! El modo bien hecho permanece. Quizá por tal motivo esta novela, seleccionada finalista en las instancias de los Premios Planeta se quedara en la selección. Bien se sabe que en esas instancias de premios literarios se manejan argumentos ajenos a la calidad del producto literario.

La gran novela escrita por Carlos Cabañas, Hasta que llegue la noche bien puede interesar a cualquier lector de novelas, sin duda ha interesado mucho a un lector que sintió pasión por la novela histórica. No dudo de que a cualquier zamorano lector le gustaría encontrar en esas páginas los rincones de su ciudad y las inmediaciones, y a un lector de ¡Hola! sus cotilleos, las vicisitudes y pormenores de aquellos "reales" individuos.

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