Siete días y un deseo

¿La meritocracia es una trampa?

¿Conoce su significado y, sobre todo, sus implicaciones?

ZAMORA. MANIFESTACION POR FISCALIDAD DIFERENCIADA

ZAMORA. MANIFESTACION POR FISCALIDAD DIFERENCIADA / JOSE LUIS FERNANDEZ

José Manuel del Barrio

José Manuel del Barrio

¿Ha pensado alguna vez en la meritocracia? ¿Conoce su significado y, sobre todo, sus implicaciones? Si, por ejemplo, usted escucha a alguien que él merece todo lo que tiene porque se lo ha currado, porque es el resultado del esfuerzo personal, de la dedicación, de las noches en vela, etc., ¿qué pensaría? Seguro que está de acuerdo en responder que sí, que comparte lo que ha leído. Pues bien, imagine que en vez de hablar de la meritocracia a nivel personal lo hiciéramos a nivel colectivo, es decir, que comparásemos los municipios, las provincias, las regiones, los países o los planetas (si eso se pudiera hacer) y que las personas que residen en alguna de esas categorías dijeran lo mismo: “Nosotros tenemos lo que nos merecemos. Hemos trabajado muchísimo, nos hemos esforzado muchísimo, hemos pasado muchísimas noches en vela para conseguir lo que queríamos y, por tanto, es lógico que tengamos más que los vecinos, que no se han esforzado ni trabajado tanto como nosotros”. Este discurso podría escucharse en, por ejemplo, esos barrios o urbanizaciones de Madrid que destacan por sus altísimos niveles de vida, sus coches de lujo, sus mansiones millonarias, sus colegios privados, etc., frente a quienes residimos aquí, en la “pobre” Zamora, que, según parece, tenemos lo que nos merecemos.

Este discurso podría escucharse en, por ejemplo, esos barrios o urbanizaciones de Madrid que destacan por sus altísimos niveles de vida, frente a quienes residimos aquí, en la “pobre” Zamora, que, según parece, tenemos lo que nos merecemos

¿Qué le parece lo que ha leído hasta aquí? Yo espero que sea coherente con lo que hubiera respondido más arriba y, si dijo que estaba de acuerdo con la meritocracia, no vaya a manifestar ahora que, cuando hablamos de la realidad de Zamora frente a esos barrios lujosos y privilegiados de Madrid o de otras zonas de España o del resto del mundo, ya no está de acuerdo con la dichosa meritocracia. Porque recuerde: o se está a favor o no se está. Aquí, como en casi todos los órdenes de la vida, no valen las medias tintas: ahora sí, ahora no, ahora sí, ahora no. No sería congruente defenderla cuando a uno le van bien las cosas y despotricar contra sus efectos cuando las cosas se tuercen o no se alcanzan los objetivos ni los sueños deseados, tanto a nivel personal como colectivo. Por tanto, si usted reside en Zamora y está de acuerdo con el discurso de la meritocracia, es decir, con que cada uno tiene lo que se merece, ya que es el resultado del mayor o menor esfuerzo, trabajo y dedicación, imagino que a partir de ahora ya no se quejará porque Zamora y los zamoranos aparezcamos en el furgón de cola de la mayoría de los indicadores económicos, demográficos, sociales, etc., que vamos conociendo cada tres por cuatro. Porque si estamos donde estamos es, según usted, porque nos lo merecemos.

¿Y ahora qué opina? ¿Sigue defendiendo los mismos argumentos que al inicio o, tal vez, ha empezado a dudar y ya está reflexionando de un modo algo más profundo sobre una palabra que casi todo el mundo utiliza, defiende y alaba sin saber muy bien su verdadero significado y, sobre todo, el trasfondo de lo que esconde y puede justificar. Pues bien, si aún tiene dudas, no lo dude: le recomiendo que investigue sobre este asunto de tanta trascendencia y, si tiene tiempo, empiece con la lectura del maravilloso libro “La tiranía del mérito. ¿Qué ha sido del bien común?”, de Michel J. Sandel. Y luego, si le parece, hablamos.

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