Zamoreando
Año de desastres naturales
De milagros frente a leyendas, mitos fábulas y otras quimeras
No soy en absoluto supersticiosa. No creo en leyendas, mitos, fábulas, quimeras y esas historias. Sí creo en los milagros. Hay dos formas de ver los milagros: como hechos extraordinarios sin explicación, o como las pequeñas maravilla cotidianas de la vida. Estos son los milagros a los que me refiero. Sostenía Walt Whitman, el famoso autor de ‘Hojas de hierba’: “Para mí, cada hora del día y de la noche, es un indescriptible y perfecto milagro”. Dicho lo cual y a modo de prólogo me meto ya en ‘harina’.
El pez remo, también conocido como pez sable, es uno de los animales marinos más enigmático y desconocido de las profundidades del mar. Protagonista de numerosas leyendas, a pesar de no ser un depredador, es uno de los animales más temidos. Su leyenda está asociada con catástrofes y desastres naturales. Lo ocurrido en Turquía y Siria le da cierta verosimilitud. Al parecer estos peces solo suben a la superficie cuando están enfermos, a punto de morir, para desovar o predecir algún desastre natural. Esta última característica se debe a la mitología japonesa que le asigna la capacidad de anunciar terremotos, tsunamis e incluso huracanes. Pues bien, el pez remo ha sido avistado en distintos puntos del planeta.
La mitología japonesa asigna al pez remo la capacidad de anunciar terremotos, tsunamis e incluso huracanes. Pues bien, el pez remo ha sido avistado en distintos puntos del planeta este año
Su avistamiento siempre ha coincidido con desastres de una magnitud aterradora. Cierto que no está demostrado científicamente, pero hay muchas variables que así lo indican. Lo cierto es que el 11 de marzo de 2011, el pez apareció en las costas de Japón donde se produjo el mayor terremoto de la historia del país, con 19.000 muertos. En Chile y México se produjeron sendas apariciones en julio de 2020 y en ambos casos se produjo un seísmo a los pocos días.
Vuelvo a decir que no creo en leyendas, mitos y fábulas, pero lo de este pez me mosquea, en concreto sus apariciones en las playas porque siempre, hasta la fecha, llevan aparejado algún desastre natural. Y, parece ser, que este 2023, va a ser, está siendo año de desastres naturales. A Turquía y Siria vuelvo a remitirle, y lo que dicen que está por llegar. Miedo da. Terremotos, tsunamis y huracanes pueden estar a la orden del día. A lo que muy bien puede sumarse un largo periodo de sequía que desertice más si cabe la tierra, cada vez más agrietada, cada vez más seca, cada vez más envejecida.
Dios nos libre de este siluro, porque cada vez que es avistado en algún lugar del planeta surge el nerviosismo y el miedo. Precisamente el 25 de enero fue avistado por un grupo de pescadores cerca de la playa de Tonsupa, en Ecuador.
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