Zamoreando

Se llama integrar

Los zamoranos están hartos de que les traten como a un rebaño

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Carmen Ferreras

Carmen Ferreras

De las seis acepciones que de la palabra ‘integrar’ ofrece la RAE, elijo para la ocasión la tercera que dice: “Hacer que alguien o algo pase a formar parte de un todo”. En este caso el presunto ‘todo’ es el Partido Popular de Zamora. El presunto “alguien” ha sido, primero Francisco José Requejo, presidente de la Diputación de Zamora, y ahora Ángel Macías en otro tiempo militante y en la actualidad un presunto descontento más de los muchos que suma el PP en esta noble y leal ciudad. Claro que, más que “alguien”, lo que el candidato popular quiere es “algo”, recogido también por la RAE en su definición. Ese “algo” no es otra cosa que los 1.124 votos que el partido independiente liderado por Macías, logró en las elecciones de 2019.

Para eso tienen que convencer con argumentos que huyan de la falacia a los 1.124 votantes de la candidatura de Macías. Tendrían que convencerlos uno por uno y no en grupo como si fueran un rebaño. Los zamoranos están hartos de hacer lo que hacen las humildes ovejas, de que les traten como parte de un rebaño y tengo para mí que se han rebelado. No es para menos.

Esta fiebre integradora es otra muestra más de debilidad, de desconfianza en las propias posibilidades, de necesidad, máxime ahora cuando en el horizonte se vislumbra la imagen de Francisco Guarido, actual alcalde de Zamora, como candidato de IU. No sé por qué, a Guarido le tienen, más que miedo, pánico. Mencionar su nombre parece equivaler a, “¡que viene el lobo!”. No sé. Se observan cosas muy extrañas.

Mejor que andar picando de flor en flor, sería que el PP de Zamora que preside José María Barrios, integrara en sus postulados a la legión de votantes y afiliados descontentos que no están por la labor de votar al candidato. Pero para realizar tarea semejante hace falta ser personas cercanas, sencillas, humildes, empáticas. No consiste en regalar dinero a diestro y algún que otro siniestro, no consiste en adjudicar pequeños o grandes puestecillos, no consiste en ampararse en pequeñas o grandes promesas, lo que digo es otra cosa que nada tiene que ver con la arrogancia ni, por supuesto, con esa generosidad fingida que algunos políticos practican con el dinero público.

¿No sería mejor que se dedicaran a practicar la integración social? El término acuñado por el sociólogo francés Emile Durkheim (1858-1917) hace referencia a la aceptación de las minorías y los grupos desfavorecidos de la sociedad, con el objeto de que logren mejorar su dignidad y su nivel de vida. De eso se trata, precisamente, de dignidad.

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