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Reivindicando a Fray Diego de Deza en el V centenario de su muerte

Busto de Fray Diego de Deza JOSE LUIS LEAL

El próximo año 2023, en junio concretamente, se cumplirá el V Centenario de la muerte de un gran personaje -toresano por más señas- que desarrolló un papel de primerísimo orden en los albores de la grandeza patria.

Me estoy refiriendo al fraile dominico Fray Diego de Deza, nacido en Toro, eminente profesor de la Universidad salmantina; titular de sedes episcopales tan importantes en la época como Zamora Sevilla y Toledo; consejero-confesor de la Reina Isabel y tutor-formador del malogrado príncipe Juan, a quien correspondía la sucesión en el trono isabelino. También -no lo olvidamos- jefe del Santo Oficio y de la denostada -y mal valorada por muchos- Inquisición.

Aunque todo lo anterior bastaría para convertirlo en uno de los personajes más destacados de la época que le tocó vivir, lo que ahora nos anima a reivindicar su figura no es tanto su eminente trayectoria eclesiástica, ni siquiera su papel ascendente en la política de aquellos decisivos tiempos, sino su estrecha relación con el Descubrimiento del Nuevo Mundo.

Sí. El toresano Diego de Deza fue el cordón umbilical entre las teorías y proyectos de Cristóbal Colón y los medios materiales de que disponía la Reina Isabel. No es necesario acudir a las crónicas y documentos de la época para confirmarlo. Bastan las palabras del propio Colón -incontestables por haberlas dejado escritas de su puño y letra-, para asegurar que sin la mediación del dominico toresano Fray Diego de Deza el Descubrimiento no hubiera sido posible en aquella encrucijada.

Diego de Deza fue el cordón umbilical entre las teorías y proyectos de Cristóbal Colón y los medios materiales de que disponía la Reina Isabel sin la mediación del dominico toresano Fray Diego de Deza el Descubrimiento no hubiera sido posible

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En 1505, es el propio almirante quien escribe a su hijo Diego y le cuenta, refiriéndose a Deza, que “él fue la causa de que sus altezas tuviesen las Indias”. No es la única vez que Colón reconoce la decisiva intervención de Fr. Diego de Deza en la aventura americana. En otra de las cartas afirma: “Deza fue la causa de que yo me quedase en Castilla, cuando ya estaba de camino para fuera”.

Esto último lo escribía Colón recordando que el Consejo multidisciplinar de expertos creado por los Reyes para examinar su proyecto había optado por rechazarlo. Solo Fray Diego creía y apoyaba el ”sueño” del navegante, insistiendo ante la Reina para que le prestara oídos y le concediera los medios para realizarlo. Contra todo pronóstico, lo consiguió.

Es curioso que este indiscutible mérito del dominico toresano no quedara reflejado claramente en escritos de sus coetáneos que, sin negarlo, lo ignoran. Los historiadores más recientes, una vez conocidas las cartas colombinas, no dudan en absoluto del papel de Deza en el Descubrimiento.

Aunque el meollo de la relación entre Colón y Fray Diego está en ese “apoyo” que el genovés reconoce y agradece, entre los hitos del anecdotario toresano figura como el hecho de que una de las carabelas se llamara “Pinta” y que en la bodega de los barcos viajara vino de Toro, proporcionado por el mismo Fr. Diego.

La efeméride del V Centenario de su muerte, debería inspirar al Ayuntamiento de la ciudad para organizar una cuidada celebración, gracias a la cual los ciudadanos conocieran más y mejor la figura de su paisano y se enorgullecieran de él ya que es, sin duda, el “Hijo de Toro” más ilustre.

Cabe recordar que, hace cien años, con ocasión del IVº Centenario, se celebraron en la ciudad importantes actos, con “juegos florales” y concursos literarios. Testigo de ello es la estatua que enseñorea la plaza de Santa Marina.

Andrés Domínguez Cabezón (Toro)

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