La Opinión de Zamora

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Bárbara Palmero

Proverbios 17:28

Antes de exigir respeto para el oficio propio es necesario reconocer los méritos del prójimo en el suyo

Una oveja con su cría ANA BURRIEZA

Dice la Biblia: “hasta un necio pasa por sabio si guarda silencio, se le considera prudente cuando cierra la boca”. Me aplico el cuento y entono el mea culpa. Lo primero es reconocer la viga en el ojo propio, lo de denunciar la paja en ojo ajeno viene solo.

La semana pasada la pifié. Afirmé qua la telenovela presidencial costaría veinte millones de euros, y no es así. El precio final rondará los dos millones. Por ello pido perdón.

No voy a usar la excusa de lo siento, me equivoqué, no volverá a suceder, porque no sería real. Errare humanum est, y el que esté libre de pecado que pida asilo en Dubai. Yo no soy reina ni lo quiero ser y pago impuestos en mi país, como debe ser. Meteré la pata de nuevo, sin duda.

Fallé en el montante económico, más no en lo esencial. Leonardo DiCaprio, Joaquin Phoenix y el resto de eco-celebrities, pueden permitirse el lujo de pontificar a favor del veganismo y erigirse en salvadores frente al caos climático, al tiempo que se mueven en sus contaminantes aviones privados y ganan una millonada trabajando para Hollywood.

La industria del cine es de las que más polución origina.

Los rumiantes producen gases de efecto invernadero, pero de esos que duran en la atmósfera menos de veinticinco años, Mientras que los gases de efecto invernadero que generan el transporte, la industria o los electrodomésticos son más contaminantes

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Pero el presidente de todos los españoles no debería jugar esa carta. No es coherente que exhiba pin de la agenda 2030, se pasee sin corbata, bien alimentado con chuletón de ganadería extensiva y de pastoreo para combatir el caos climático, y luego lo estropee todo protagonizando La Bodeguilla S.A. Gracias a la que pasará a la historia, ya no como el presidente de las plagas bíblicas, sino como el emperador Yo, Sánchez.

La Bodeguilla S.A. o El señor de los dinerillos o cómo demonios se termine llamando su culebrón, el título es lo de menos. Una docu-serie poco oportuna, nada inteligente, y que con su elaboración va a emitir más CO2 a la atmósfera que un rebaño de terneras pastando en libertad por tierras de Aliste.

La industria audiovisual es tan necesaria como altamente contaminante. Más no seré yo quien exija que se cierren los estudios cinematográficos, las plataformas digitales, de televisión y juegos, como modo eficaz de luchar contra la emergencia climática.

Esa genialidad se la dejo a los iluminados que defienden que hay que ponerles mascarillas a las vacas y multar a los ganaderos. Solo porque los rumiantes producen gases de efecto invernadero, pero de esos que duran en la atmósfera menos de veinticinco años. Mientras que los gases de efecto invernadero que generan el transporte, la industria, las calefacciones, los electrodomésticos y el sector servicios son mucho más contaminantes, porque perduran en la atmósfera durante cientos de años. No lo digo yo, lo dice la FAO.

La ardua tarea que exige ser jefe de Gobierno ya se aprecia en el día a día gracias a los medios de comunicación. Sus votantes y admiradoras lo juzgan luego en positivo. Y quienes no le votaríamos, ni aunque nos obligaran a ello encerrándonos en una cárcel clandestina de la CIA, y haciéndonos escuchar sin parar los grandes éxitos de Pitingo a modo de cruel e inhumana tortura, emitimos un juicio crítico distinto.

Para apreciar el trabajo duro y el sacrificio que exige un oficio, cualquier oficio, no es necesario hacerse acompañar de una cámara a todas horas. Un conocido lema reza, “Sé parco en palabras, que los hechos hablen por ti”, y a todos nos convendría empezar a aplicarlo.

Acabo de volver de vacaciones. La gente cree que los ganaderos somos gente recia y sufrida, que trabajamos veinticuatro por siete, sin días libres ni festivos. Es cierto, así sucede con la mayoría de profesionales del sector. No es mi caso. Yo tengo que irme un tiempo de casa, para que me sigan aguantando el resto del año. Y nunca falla, cada vez que regreso de tierras gaditanas, pillo un control antidrogas en la carretera.

En esta ocasión, no se repitió el tiroteo dirigido de manera certera a las ruedas del coche de los malos. Esta vez resultaron tres las furgonetas detenidas. Pero sí ha sido necesario aguardar, con santa paciencia, parados los dos carriles de la A-66, la ruta de la plata, a que la Guardia Civil revisara eficazmente con agentes y perros cada coche, furgoneta, vehículo comercial y de reparto, camión o container, al tiempo que buscaban en el arcén, cuneta y al otro lado de la alambrada que marcaba el inicio de la dehesa, el posible material ilegal arrojado.

Seprona en Acción, Alerta Policía, G.E.O. Más allá del límite… series y más series. Cómo si las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado necesitaran publicidad o promocionarse para ser tenidos aún en más alta estima. Sus hechos hablan por sí solos. Por eso, todos los que esperábamos, lo hicimos en riguroso silencio, valorando el buen saber hacer y agradeciendo la profesionalidad de sus miembros.

Pero el respeto de la ciudadanía no es gratis, el respeto hay que ganárselo. Y ante todo, para exigir respeto por la función que cada uno desarrollamos en la sociedad, lo primero es valorar el trabajo que desarrollan los demás. En esta cadena, todos los eslabones somos necesarios.

Igual por eso los políticos, pese a que hay notables y contadas excepciones, son tan poco valorados. Porque son un atajo de egoístas que van por libre, y que sólo se tienen en cuenta a sí mismos. Por esa razón necesitan comprar a rapsodas que les alaben.

(*) Ganadera y escritora

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