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Nadal, con su decimocuarta Copa Roland-Garros 2022MATTHIEU MIRVILLE

Crónicas de un paso de cebra

Concha Ventura

Pies de sombra

Viendo jugar a Rafael Nadal, rememoraba las épicas hazañas de los héroes antiguos

En la mitología antigua se consideraba un héroe a aquella persona, que era más que un hombre y menos que un dios, la cual se hacía famosa por sus hazañas y virtudes, al actuar de forma valerosa y arriesgada.

Existen seres humanos que, aunque parecen gente corriente, en un momento determinado, ninguno de ellos duda en ayudar a quien lo necesite, aun exponiéndose a perder su propia vida, dando fe de su heroicidad.

Recuerdo aquí, por ejemplo, a uno de esos héroes actuales, al joven español del patinete, Ignacio Echevarría, quien, en los atentados yihadistas de Londres, intentando defender a una mujer, murió a manos de un terrorista.

Desde tiempos muy antiguos, conviven con los relatos de los héroes, los de una serie de criaturas híbridas, extrañas, exóticas y legendarias. Todas ellas fueron descritas en unos relatos fantásticos, denominados “los marabilia”, los cuales perviven en nuestros días, en la mitología popular, en el arte y en la literatura.

Citaré a algunas, los panoti, con grandes orejas que les llegaban hasta el suelo, lo cinocéfalos, con cabeza de perro, las blemias, proveniente de una raza guerrera sin cabeza, llevaban ojos y boca en el pecho, las mantícoras, leones con cabeza humana y cola de escorpión, los minotauros y muchas más.

Constancia, criterio y humildad. Estos son los pilares del trabajo bien hecho, aunque en los tiempos que corren son despreciados por muchos de los que nos rodean

Uno de los más curiosos es el monocoli o esciápodo, un hombre de una sola pierna. La última palabra proviene del griego y significa “pies de sombra”.

Ya en la literatura védica de Aja Ekapal aparecen personajes de una sola pierna que adquirían gran velocidad. Muchos shadhus hindúes, siguen practicando esa disciplina en la actualidad, pues se pasan la mayor parte de su vida meditando sobre una sola pierna.

Ctesias, un médico e historiador, que fue hecho esclavo por los persas, allá por el siglo V antes de Cristo, y acabó tratando las dolencias de Artajerjes, tras consultar los pergaminos conservados en sus bibliotecas, escribió su obra sobre la historia de la India, en la cual mezcla hechos reales y fantásticos.

Nos describe en ella a los Monocoli, hombres de una sola pierna que eran maravillosamente rápidos, los cuales, cuando hacía calor, se tiraban de espaldas en el suelo y se daban sombra con un solo pie. Posiblemente en sus campañas militares, los persas vieron a esa clase de yoguis.

Llegaron a tener tanta importancia que aparecían reflejados en numerosos libros medievales, llamados específicamente bestiarios, uno de los más conocidos es El Fisiólogo.

También aparecen los esciápodos en los mapas o cartularios, muchos de los cuales solían ser historiados, como el de Hareford, realizado a fines del siglo XIII. Cito este último, porque en él se va contando la historia del mundo en las partes escritas, a la vez que se trazan las líneas de la geografía de la tierra. Me atrae, entre otras muchas cosas, además de por su gran carga simbólica, por los dos esciápodos que aparecen, uno en la India y otro en el extremo sur del mundo habitado, y una frase en anglonormando, en la parte de abajo del círculo de la tierra, que traducida significa, “Ve más allá”. Con ella se anima a un jinete a que se atreva a atravesar la línea que delimita el círculo del mundo, o lo que es lo mismo, a que los hombres sigan caminando hacia lo desconocido, para descubrir nuevas realidades. El conocer es el mayor descubrimiento.

Y les cuento estas historias, porque en estos días, viendo jugar a Rafael Nadal, rememoraba las épicas hazañas de los héroes antiguos.

Es un deportista que ha logrado unir a la mayoría de los españoles en torno a su leyenda, a pesar de que hemos sufrido en muchos de sus partidos, porque no sabíamos si podría seguir adelante o no.

Me sorprendieron unas declaraciones suyas en las que se obliga a jugar al parchis, para dejar a un lado por un rato las maquinitas.

Pero, lo que más me llamó la atención es que, jugaba con un solo pie, no tenía ningún control sobre el izquierdo, tras un bloqueo de los nervios sensitivos para no notar el dolor y conseguir su objetivo, ganar catorce veces el torneo de Rolland Garros.

Me preguntaba entonces ¿de qué pasta están hechos los héroes, los personajes fantásticos?

Y tras ver el esfuerzo inconmensurable del tenista español más grande de la historia, que jugó todo el partido como un buen esciápodo, con un solo pie, pues el izquierdo era una sombra, cuando la adversidad ha sido durante mucho tiempo la constante en su entrenamiento personal, sólo me venían tres palabras a la cabeza, constancia, criterio y humildad.

Estos son los pilares del trabajo bien hecho, aunque en los tiempos que corren son despreciados por muchos de los que nos rodean, esa es la clave para que todos, desde niños, logremos descubrir otros mundos, lo demás es palabrería hueca y sin sustancia.

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