Ya ven, aquí estamos, en medio de la guerra, viendo pasar obuses cargados de virus que estallan ahí, a dos pasos. “¿Cómo ha podido ocurrir?”, me pregunta alguien por teléfono y no sé que contestar. “¿Cómo es posible que Sanzoles haya sumado en un santiamén 70 positivos?”. No sé que contestar. “¿Pero es que ha habido algún banquete, alguna celebración en la que hayan participado muchos vecinos?”. Le contesto que no sé, pero creo que no, que ha sido pura mala suerte. Nadie se explica lo ocurrido: casi un 15% del censo contagiado desde el puente del Pilar hasta ahora, varios brotes acumulados, hemos roto todos los récords. “¿Han sido los de Madrid?”, insiste e insiste. Y yo venga dudas, de verdad no sé qué decir. Lo hemos hecho mal, está claro, ahí está el resultado, que rompe moldes. Y ahora, por una extraña concatenación de circunstancias adversas, nos ha estallado la bomba en medio del pueblo. Pero lo hemos hecho mal en este pueblo y en todos, en Zamora capital y en Cáceres, es un decir. Somos así, cada uno de una madre y un padre y solemos andar por libre. Los humanos siempre hemos necesitado de guías y, por eso, seguramente nos juntamos en grupo, para sobrevivir. O para contagiarnos como ahora.

Lo hemos hecho mal y lo seguiremos haciendo, unos más que otros, es verdad, pero el que esté libre de culpa que tire la primera piedra, que seguro que le cae encima. La gestión de la pandemia desde febrero ha sido de comedia bufa. Que ahora estemos como estamos nos lo debemos a nosotros mismos, es verdad, pero también a nuestros dirigentes, que han estado a uvas desde el principio y que a veces no han cumplido ni sus propias normas. Todo han sido imposiciones, exigencias, estados de alarma, ahora toques de queda, órdenes que se diluyen tras no superar el tamiz de la justicia, ruido... Lo cruel, claro, son las consecuencias: muerte y enfermedad. Nadie sabe nada, es verdad, pero unos tienen más obligación de saberlo que otros y de actuar que para eso están. ¿Si los políticos no asumen su responsabilidad como la va a asumir el españolito, el catalanito o el vasquito de a pie? Lo hemos hecho mal, pero cierto perdón tenemos unos; otros no. ¡Hombre, eso sí, hay que respetar las cuarentenas, por Dios!