Si alguien duda a estas alturas, con todo lo que estamos viendo y oyendo, que el Ejecutivo patrio tiene el claro objetivo de derrocar al rey de España y acabar con la monarquía, es que está ciego perdido. Las afrentas y las humillaciones son constantes, Solo que, señores Sánchez, Iglesias y Garzón, humilla quien puede no quien quiere, y ustedes que no han hecho nada por España y por los españoles y en política tan solo han medrado, se han llenado los bolsillos y viven como auténticos burgueses lo único que consiguen es ponerse en evidencia y ayudar a aumentar el número de monárquicos, el número de defensores del rey don Felipe.

Que las cosas entre la Jefatura del Estado y la Presidencia del Gobierno ni van bien ni son fluidas lo demuestra el hecho de que en las rutinas de comunicación que existen entre los apenas diez kilómetros que separan Zarzuela de Moncloa, su majestad Pedro Sánchez ha cambiado los tradicionales despachos con el rey que siempre han mantenido todos los Gobiernos de España, por llamadas y SMS. Y eso, señora Calvo, ni usted que trata de justificarlo todo, puede hacerlo una vez que a su Jefe se le ha visto el plumero. Las ansias de Sánchez por controlarlo todo, por ser omnímodo, omnipresente, omnipotente, omnisciente, en fin, omnitodo le pierden. De seguir en el Gobierno, Sánchez acabará veraneando en el Pazo de Meirás y navegando en el Azor. Eso opina mucha gente.

Y ya que de mucha gente hablo, son muchos los zamoranos que se preguntan qué opina de todo esto don Antidio Fagúndez. Me temo que no opina y si lo hace es en su fuero interno, no vaya a perder el favor de Pedro y se le agote el fuelle. Con todo lo que está sucediendo la gente se pregunta y nos pregunta a los demás, como si los demás estuviéramos en el pensamiento y en las intenciones de los otros. Dicho lo cual, lo que no se puede hacer es decir una cosa en Zamora y hacer todo lo contrario en Madrid.

La nueva operativa de Sánchez deja mucho que desear. No actúa ni con estilo, ni con educación, ni con cortesía. Lo hace a su aire, provocando. Si cree que así va a conseguir el respeto de los españoles, se equivoca. Si el pobre supiera lo que dicen sobre su Gobierno sus homólogos europeos, a lo mejor se lo pensaba. Mucho me temo que Sánchez no es ni de los que rectifica ni de los que pide perdón. Y esto se le va de las manos.