Los 'tornillos' del País Vasco valen su peso en oro a la hora de negociar con Sánchez. Los tornillos, la habilidad y el secretismo con el que siempre actúa el PNV. Partido que maneja las negociaciones a la desesperada en las que siempre se ve inmerso el Gobierno Sánchez-Iglesias. Esto mismo, que también ha pasado con otros Gobiernos, no hace otra cosa que alimentar todo tipo de sospechas sobre su más que real oportunismo político. Su puñadín de votos siempre son decisivos cuando hay algo que negociar. Sánchez prefiere hablar con Aitor Esteban portavoz del Partido Nacionalista Vasco en el Congreso, antes que hacerlo con Casado.

Y eso que Esteban suele sacarle a Sánchez prebendas, compromisos y gangas que están muy mal vistas puesto que empiezan y acaban en el País Vasco y están encaminadas a lo de siempre, sacar ventaja y tajada con respecto al resto de autonomías, acercar a los presos de Eta, conseguir lo que los demás no consiguen y meterse, aunque sea de tapadillo en las decisiones nacionales donde quieren que su voz y su voto tenga peso. Casado le propone asuntos más propios de Estado, mejor vistos por la sociedad pero ni puñetero caso. Ahora no toca.

Que hay gato encerrado en las negociaciones PSOE-PNV, da fe el hecho de que Podemos haya insinuado que se ha producido un "arreglo" entre Moncloa y Urkullu. No es el primero ni será el último. Con este Gobierno los arreglos están a la orden del día. Sólo que para vestir al PNV, Sánchez desnuda a otras siglas y a otros presidentes autonómicos. Ni el socio preferente de Sánchez se fía de sus tejemanejes. Y todo por un plato de lentejas. De una tacada el PNV es capaz de sacar al Gobierno lo que, de otra manera, sería inviable.

Cómo es posible que con más sospechosos de COVID-19 que la Comunidad Valenciana, aunque bien es verdad que realizó más pruebas, el País Vasco pasara de fase en un principio mientras los demás se quedaron a verlas venir. El arreglito. Vascos y catalanes independentistas es lo que tienen, son tan solidarios con el resto de España que por eso van a lo suyo sin importarles lo que ocurra a los demás. El Gobierno paga a precio de oro cualquier ayudita puntual o impuntual de esta gente, y solo de esta gente, los demás no cuentan. Ni siquiera Arrimadas que traga lo intragable y, total, para nada. En el Gobierno no hay nadie de fiar. Los arreglos son su 'modus gobernandi', aunque más que arreglos, dado lo que le van sacando sus interlocutores se trata de auténticos apaños.