Pertenecemos al mismo reino: León, Zamora y Salamanca pero sólo nos parecemos en que compartimos historia y vecindad. Los zamoranos nada tenemos que ver, desgraciadamente, con los leoneses de León. Ellos, y el caso es que también nosotros, se han dado cuenta de que León no tiene futuro, de que León se vacía de almas, de que León se queda solitariamente sola, de que León, la capital y la provincia, se mueren lentamente. A diferencia de los zamoranos, han reaccionado, se han puesto en pie, se han pertrechado de esperanza, de ilusiones, de fuerza y de coraje y se han echado a la calle en masa.

Algo más de 80.000 leoneses han tomado las calles de la capital leonesa, de Ponferrada y de Villablino exigiendo, ya están hartos de pedir sin que les den, un futuro para esa tierra en otro tiempo próspera y llena de vida. Qué no daría yo porque Zamora, la capital, y con Zamora, Toro y Benavente nos echáramos en bloque a la calle para demostrar a todos que estamos vivos, que no nos conformamos con las palabras, que queremos hechos y que si no están dispuestos a ayudarnos que no vuelvan, que se vayan por donde han venido y que pasen a la historia como lo que son: unos inútiles. Pero también es cierto que tenemos que poner mucho de nuestra parte, confiar más en nuestras posibilidades, ser más reivindicativos, sacar pecho, tirar de arrojo. A veces parece que no tuviéramos sangre en las venas.

No me gusta que nos manejen ni los políticos de signo alguno, ni las centrales sindicales que acostumbran a llevar el reloj por Canarias. Pero si en este caso tienen que abanderar esa manifestación masiva en Zamora, que lo hagan ya sin perder más tiempo. El tiempo corre en contra de Zamora. Nuestros políticos van a lo suyo y a lo que dictan sus siglas. En lugar de sumar, restan o dividen. No saben hacer otra cosa. Veo muy difícil que izquierda y derecha unan sus fuerzas en Zamora para protestar por lo que ha protestado León, pero que no se diga que los zamoranos somos pasotas, indiferentes, cobardes, fríos, insensibles. Todo aquello que nos achacan, entiendo que con razón. Hay que despertar e impedir, estamos a tiempo, que no sólo San Torcuato y Santa Clara se vacíen de establecimientos y que perdamos población en favor de otras capitales de provincia. Hay que impedir que el campo se muera. Que el campo eche el cerrojo.

Está en nuestras manos. No se trata de gritar más, se trata de argumentar, y todos los argumentos están a nuestro favor, de unirnos porque sólo la unión hace la fuerza y de que los políticos zamoranos nos devuelvan la fe en ellos, poniéndose no al frente de la pancarta como les gusta para figurar y decir aquello de "estábamos allí, con ellos", nada más incierto, no queremos figurones ni figuritas, queremos luchadores, queremos gente que quiera de verdad a Zamora y que esté dispuesta a todo, incluso a la renuncia por amor, por amor a esta tierra. Pero eso es mucho pedir a tanto vago y vaga como van y vienen de esta a la otra institución, de este al otro escaño. Insensibles.

Es a nosotros, a los ciudadanos, siempre con el paso cambiado, a los que nos corresponde echarnos a la calle, leer el manifiesto y llevar la iniciativa. Y que no se quede en una jornada de orgullo ciudadano. Si hay que acampar frente a plazas donde se yerguen las instituciones, hagámoslo, si hay que boicotear las visitas de los que vienen a hacerse la foto y nada más, hagámoslo de una puñetera vez y dejémonos de complejos y gilipolleces. Hay que dar una lección, la definitiva, a las administraciones y demostrarles que somos una sociedad valiente, inteligente y adulta, que clamamos y reclamamos el futuro que nos han robado.