Estamos a cuatro días de celebrar la Asunción de María. En nuestra ciudad de Zamora se hace en un contexto muy especial: doce meses repletos de actos conmemorativos al cumplirse cuatro siglos de la aparición de la imagen de la Virgen del Tránsito, vinculada al Convento de las Clarisas del Corpus Christi. Una de las advocaciones marianas más conocidas y veneradas. También es de casi todos sabida la leyenda de aquellos dos misteriosos peregrinos (¿ángeles?) que, tras fallidos intentos de otros escultores, lograron reproducir a la perfección una copia de la Virgen dormida de Gandía. Mucho suspiró por ver cumplido este sueño, en aquel año de 1619, la que fue abadesa fundadora, Sor Ana de la Cruz; empeñada en dejar dicha copia de la Virgen de su tierra como regalo a este Monasterio, antes de emprender su regreso y, como Simeón, ya poder morir en paz.

Pocas veces ha salido la imagen procesionando fuera de sus muros. La primera con motivo de la Fiesta de la Asunción de 1693 y la última, hasta el momento, también el próximo día 15. Entre ambas fechas se cuentan las otras salidas con los dedos de una mano. Hoy en España, afortunadamente, ya no sufrimos aquella epidemia de cólera de 1885 que obligó a procesionar de nuevo esta querida imagen, a modo de rogativa; bien acompañada como iba de sus vecinos S. Ildefonso y S. Atilano. Pero hoy, en nuestra sociedad tan avanzada, sufrimos otras "epidemias" más mortíferas de las que ya nos prevenía el Hijo de esta Madre, al decirnos: "No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No; temed al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en el fuego eterno" (Mt 10, 28).

Eso es lo que pretenden algunos: firmar el certificado de defunción de Dios para servirnos el infierno en bandeja; sí, aquí ya, sin esperar al que pueda estar preparado para todos estos "asesinos" de Dios y, por tanto, también del ser humano ya que, sin Él, nada es y nada puede. No quiero ni acordarme, como ejemplo reciente, de la imagen blasfema de aquella Inmaculada expuesta en el Ayuntamiento de Córdoba con el dinero de todos. ¿"Dónde se meterá" esta "artista" el día que, ojalá, vea cara a cara a la que verdaderamente es Reina y Señora de cielo y tierra? Quizá algunos lectores recuerden aquel viaje del papa emérito, Benedicto XVI, a Estados Unidos. En aquella ocasión el presidente Busch dijo que mirando a los ojos del Papa podía verse el rostro o la imagen de Dios. Pues mucho más, añado yo, mirando a la Virgen podemos contemplar también la imagen de Dios, ya que Él nos ha creado a su imagen y semejanza. Y, además, nos dio a esta Madre de todos como el camino más corto para alcanzarle a Él.