Vino la consejera de Sanidad y, parece ser que además de apaciguar al personal ha garantizado la continuidad de los consultorios locales. Señora, si va a pisar el suelo que pisamos los demás, bienvenida sea. Espero que no cambie cuando el peso de la púrpura se haga sentir sobre sus hombros. De momento ha demostrado talante. Usted, afortunadamente para usted, nada tiene que ver con el anterior consejero, Antonio María Sáez Aguado, al que Juan Vicente Herrera mantuvo en su puesto contra viento y marea, porque le era más cómodo, a pesar de ser un maula, me refiero al consejero.

Estoy de acuerdo con la exigencia de los alcaldes, los de Aliste y los de las demás comarcas zamoranas. Ellos tienen que ser los primeros en conocer, los primeros en saber con tiempo cualquier tipo de cambio que pueda producirse. No se puede ningunear a los alcaldes de nuestros pueblos. Ni a los grandes, ni a los medianos ni a los pequeños. Ellos son la primera autoridad de su localidad, han sido elegidos democráticamente y merecen el respeto y la consideración de las autoridades de cualquier otra institución se llame Diputación, se llame Junta o se llame Gobierno de España..

Basta ya de no hacerles ni puñetero caso, como si se les pudiera manejar al antojo del último que llega. Con eso hay que acabar de inmediato. Como hay que acabar con la incompetencia de los altos cargos que no valen ni para abrocharse el cinturón y ya nada digo de los cargos intermedios que se crecen de forma desmedida, como si el cargo les diera bula incluso para ser desagradables. Ni una mala cara, ni una mala contestación a los ciudadanos, sean o no sean de su cuerda.

Me ha gustado lo que ha hecho y lo que ha dicho Verónica Casado, consejera de Sanidad. Ha venido a tratar el grave problema que se cernía sobre la sanidad, in situ, como tiene que ser. El protocolo que lo deje para momentos puntuales. A trabajar y a solucionar los problemas se viene con el traje de faena y la bota puesta por si, además de barro, hay que pisar alguna que otra boñiga. Y que cumpla lo que ha servido para proporcionar titulares que la han hecho más cercana al sentir de las gentes. No pueden venir a quitar. Tienen que venir a dar y hacerlo con generosidad.

Zamora ha tenido un tratamiento paupérrimo por parte de la Junta a lo largo de los años, por eso hemos llegado a esta situación lamentable de despoblación, de falta de tejido industrial, de falta de interés político y tantas faltas como se escriben en rojo en el cuadernillo provincial del debe y el haber. No sé a quién coños se le habrá ocurrido endosarnos las puñeteras macrogranjas que nada solucionan y todo lo enfangan, como si esa fuera la solución para Zamora. Que se las queden en Valladolid si las quieren y que las sitúen en los terrenos adyacentes al edificio de la Junta de Castilla y León. Lo mismo creyeron sus mentores que encima íbamos a aplaudirles. La mierda quédensela ustedes y repartan con nosotros eso que con tanta prodigalidad suelen conceder a los que más protestan, a los más reivindicativos, a los que ni se callen ni perdonan una sola afrenta, es decir, industrias, empresas de todo tipo para que además de los anhelados militares que esperamos como agua de mayo, podamos también dar cabida a otros generadores de empleo y de vida para Zamora.

No debemos ni podemos pasar una más. A los alcaldes de nuestros pueblos y a nuestros pueblos, ni tocarlos como no sea para enriquecerlos, para darles protagonismo, para colocarles alguna que otra empresa que permita a esta provincia respirar tranquila. Y no que la única respiración que se oye suena más a estertores de agonía que a vida propiamente dicha. Y no soy pesimista.